En estos días, los señores Bush, Blair y Aznar han apelado al juicio de la historia para justificar sus decisiones. Curiosamente, también se ha publicado una biografía de Fidel Castro, y en la portada pone: La historia me absolverá. Franco, en la introducción a una de sus leyes dijo: "Consciente de mi deber ante Dios y ante la historia...". Por lo visto, la megalomanía no distingue opciones políticas ni países. A los dictadores no se les puede decir nada, pero los gobernantes de repúblicas o monarquías democráticas deberían recordar que las explicaciones y las justificaciones se las deben a sus conciudadanos en primer lugar; la historia ya hará su trabajo cuando le corresponda.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de julio de 2003