Se produjo tras la última prueba del día, la de los relevos 4x200. El equipo de Australia concluyó en segunda posición por detrás de Estados Unidos, y cuando sus componentes se habían colgado ya las medallas de plata, Elka Graham sufrió una bajada de tensión. Sus compañeras, Mackenzie, Thomson y Mills, y la estadounidense Lindsay Benko intentaron sostenerla, mientras sonaba el himno americano, pero la situación se fue deteriorando hasta que Jordi Cadens, director de competición de los Mundiales, y su ayudante, Jordi Valls, tuvieron que asistirla. Entonces, Graham ya no aguantó más y se desplomó.
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El hecho adquirió visos de cierto dramatismo, porque no era la primera vez que la nadadadora australiana pasaba por esta misma situación. La participación de Graham en los Mundiales se había descartado el pasado 5 de julio, después de que sufriera dos colapsos y los médicos de la federación le detectaran una cardiopatía que, según afirmaron, podía afectar seriamente su salud si seguía compitiendo. Afirmaron que incluso su vida corría peligro.
La nadadora buscó diagnósticos en médicos ajenos a la federación australiana, que concluyeron que se trataba de una malformación congénita. Por tanto, le abrieron nuevamente la puerta de la alta competición. Pudo viajar a Barcelona junto a su entrenador, Brian Sutton, que la esperó un día y llegó tarde a la concentración de los Delfines en Alemania por lo que fue despedido.
Graham fue atendida ayer en el centro médico del Sant Jordi por un médico de la Federación Australiana y el médico oficial de la organización. La mantuvieron 30 minutos en observación y le dieron de alta. La nadadora, de 21 años, salió del Sant Jordi por su propio pie y fue trasladada al hotel en un coche de la organización y siempre acompañada por sus padres, que se encuentran en Barcelona. "Se siente débil", confesó Ian Hansen, jefe de prensa de los Delfines, "pero ha estado tomando líquidos, agua y azucar. Se recupera".
Después, en una improvisada conferencia de prensa, Greg Hodge, jefe de la delegación australiana, confirmó que todos los problemas de Graham se habían limitado a una bajada de presión y que los médicos no preveían consecuencias para el futuro. "Estará tres días bajo el control de los médicos, pero su futuro en la competición dependerá sólo de lo que ella misma decida", indicó Hodge. "Tal vez necesite cambiar la estrategia de preparación para las grandes competiciones", agregó, lanzando un dardo envenenado contra su actual entrenador, Sutton.
Hodge comentó que las causas del problema estaban en el hecho de que Graham apenas tuvo tiempo de recuperarse tras la competición antes de acudir al podio, y también en la elevada temperatura ambiental en el Sant Jordi. "No tiene más trascendencia", dijo Hodge. "Durante los días que estuvo concentrada en Alemania, se sintió perfecta y respondió positivamente a todas las pruebas que le realizamos".
Graham, séptima en los 200 libre y cuarta en los 400, recogía ayer su segunda medalla, de plata en el 4x200, tras el bronce del 4x100. Su participación en los Mundiales había concluido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de julio de 2003