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OPINIÓN DEL LECTOR

Ruido en Barcelona

Que estamos cada vez más invadidos por el ruido no es novedad. Que las autoridades hacen la vista gorda, tampoco es novedad. Pero que en la propia casa no pueda uno disfrutar de un poco de tranquilidad es lo último. A pesar de las muchas cartas que le he escrito al alcalde Joan Clos, hace oídos sordos a mi ruido silencioso, y me quejo porque durante el verano es imposible descansar si no se dispone de dobles ventanas y aire acondicionado, cosa a la que me niego rotundamente. Cada día a las 6.30 horas nos despiertan los ladridos de los pobres perros que están encerrados en jaulas en la tienda de animales de la calle de Aribau, acompañados de pájaros exóticos y chillidos de no se sabe qué pobres animales en cautiverio. Y si además añadimos los ruidos de los innumerables y monstruosos aparatos de aire acondicionado que están instalados de cualquier manera en la antigua tranquila y típica manzana del Eixample, de supermercados, restaurantes y un largo etcétera, tenemos un cóctel explosivo de ruidos a todas las horas del día. Imposible descansar.

No hace mucho leí que éste era unos de los países más ruidosos del mundo; verdaderamente, no es para jactarse. ¿Barcelona, ciudad sostenible?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de julio de 2003