Impulsados por su atractivo frescor afrutado, aupados por la moda y embellecidos por el color que va del rosa subido que le da nombre al salmón pálido, pasando por el piel de cebolla, el cava rosado se ha puesto de moda. Tras años de dudas, la mayoría de los cavistas españoles se han decidido a elaborar este tipo de espumoso natural que aúna el refrescante paladar con un mayor cuerpo y una más intensa presencia sápida. No es extraño que cada vez tenga más partidarios en todo el mundo. Las variedades clásicas más empleadas son la monastrell y la garnacha, junto con la tempranillo. Pero se van imponiendo los cavas elaborados con uvas recuperadas como la catalana trepat. La pinot noir, cepa reinante en Champagne, también comienza a adquirir un irresistible protagonismo entre los espumosos rosados, los únicos para los que está autorizada, con gran escándalo de los cavistas más conservadores, que ven en ello un peligro para la tipicidad de nuestro espumoso natural.
Recelos aparte, lo cierto es que los cavas rosados han alcanzado un buen nivel de calidad y que mantienen el encanto particular de nuestro mejor espumoso natural, como pudo comprobarse en Frescava, la degustación que se celebra en el centro madrileño de Moda Shopping. Hablamos de una bebida que es capaz de aunar la sutileza y complejidad aromática con el impacto desenfadado y alegre de su burbujeante paladar. He aquí un buen plantel de los más adecuados para beber en los meses calurosos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de julio de 2003