El motivo de esta carta es, de alguna manera, una petición pública de amparo. Yo soy un joven trabajador del ramo del metal que tenía una ilusión, una ilusión que a muchos quizá les parezca banal y materialista, pero al fin y al cabo no perjudica a nadie y a mí me hace feliz.
Quería tener y conducir un buen coche, un automóvil bonito y potente. Trabajé lo mío y finalmente reuní un buen dinero. Este buen dinero lo di a cambio de un coche Peugeot 406 Coupé y desde hace un año y tres meses, es decir, desde que lo poseo, se ha acabado la ilusión: todo va mal, se avería continuamente, todo son problemas, tanto en el motor como en los sistemas eléctricos, las puertas y las lunas.
Un desastre. En este tiempo he acudido al concesionario oficia de L'Hospitalet más de 12 veces y nunca me han dejado el coche en las condiciones en que debe estar un automóvil nuevo que cuesta 26.000 euros.
He reclamado por escrito dos veces a Peugeot España y ni se han dignado contestarme.
En fin, yo he pagado un dinero bueno y quiero un automóvil igual, que me lo cambien o que me devuelvan lo pagado y se lo queden. Pero, de momento, a mí han abandonado con una chatarra nueva que me hace sentir defraudado y desamparado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de julio de 2003