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Reportaje:

Crisis sobre ruedas

La industria automovilística de Brasil arroja los peores resultados de los últimos 10 años

Los almacenes de la industria automovilística brasileña están atiborrados de vehículos sin comprador. La capacidad de producción es más del doble de lo que el mercado interno podrá consumir este año y las exportaciones no bastarán para restaurar el equilibrio financiero del sector. Los sindicatos advierten: en un escenario de grave aumento del desempleo, los recortes de personal podrían desencadenar una huelga general en el sector. Para el Gobierno, la situación es crítica.

En junio de 2003, la industria automovilística brasileña registró el peor resultado de ventas en diez años. Representantes del sector, que ya mostraban su alarma desde enero, admitieron que no veían en el horizonte otra solución que acelerar el proceso de vacaciones colectivas imprevistas, es decir, suspender la producción, para evitar recortes de personal en sus plantas. Al mismo tiempo, aumentaron sus presiones hacia el Gobierno del Partido de los Trabajadores (que, a propósito, tuvo en la industria automovilística su cuna política, a fines de los años 70) en un intento de imponer un plan de emergencia para el sector, a base de nuevos créditos al consumidor, facilidades de financiación a la industria y, sobre todo, una bajada sensible en los impuestos que inciden sobre la producción y la venta de vehículos en Brasil.

Nada de eso ha ocurrido: ni plan de emergencia, ni recuperación en las ventas, ni aumento en las exportaciones. Resultado: las grandes compañías han empezado a presentar programas de reconversión. Éstos se han traducido, en un primer momento, en el despido de 600 empleados en la General Motors; suspensión de la producción en la Fiat; reubicación de 3.993 trabajadores en Volkswagen y amenazas de huelga por todo el sector. Eso, por no mencionar un sensible agravamiento en la situación del desempleo en Brasil, que significa una carga política extraordinaria para el presidente Lula da Silva: en lo que va del año, 443.000 trabajadores han perdido sus empleos. El mercado de trabajo, que ya sufría una mala racha, alcanzó sus peores niveles de los últimos 18 años. Para ensombrecer aún más el panorama, la renta media de los asalariados bajó una vez más de forma consecutiva, y van 17.

La crisis del sector automovilístico, en realidad, se viene arrastrando desde hace al menos seis años. La capacidad instalada en Brasil es de 3.200.000 vehículos al año. En 2003, según las proyecciones más optimistas, las ventas en el mercado interno quedarán en 1.400.000 unidades.

Para compensar semejante volumen de ventas, las compañías concentran esfuerzos en la exportación. Pero difícilmente lograrán vender a mercados externos más de medio millón de vehículos.

Es decir, en la mejor de las hipótesis, poco más de la mitad de la capacidad de producción. La capacidad ociosa suma 1.800.000 vehículos en el mercado interno, lo que se traduce en más de 170.000 unidades almacenadas a la espera de comprador.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de julio de 2003