Compruebo últimamente las reformas realizadas en los que fueron los jardines del hospital general en la avenida de Manuel Siurot. Desgraciadamente, desaparecieron para ser sustituidos por zonas de oficinas y un aparcamiento subterráneo. Este hecho se recogió en el Boletín de la Asociación de los Amigos Jardines de la Oliva como ejemplo de la barbarie del progreso a costa de las zonas verdes tan necesarias en las grandes ciudades. Pero he de reconocer que el diseño del nuevo jardín está realizado con gusto y humanidad, aunque nunca sustituirá a los grandes y viejos árboles que existían en el mismo.
Del mismo modo, las casas de los empleados de Banesto con sus zonas ajardinadas de ocio colectivo han sido reemplazadas por pisos de lujo, con la pérdida de la arboleda correspondiente. Se ha dejado un espacio junto a la avenida que podría ser humanizado con árboles de mayor porte y bancos que inviten a los ciudadanos a descansar como se ha hecho en el jardín próximo antes mencionado. Todos los agradeceríamos y sería un ejemplo bello por parte de la empresa constructora hacia la ciudad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de agosto de 2003