La elección este fin de semana del primer obispo homosexual de la Iglesia anglicana de EE UU, denominada episcopaliana, amenaza con crear un cisma a nivel mundial. La tensión entre las dos facciones eclesiásticas escaló anoche a causa de una denuncia sobre "conducta sexual inapropiada" del candidato, el reverendo Gene Robinson, recibida justo cuando la Convención Nacional de Obispos se disponía a votar para confirmarle. La votación se aplazó hasta que se investiguen la veracidad de las acusaciones, declaró el presidente del sínodo episcopal, Frank Griswold.
Los partidarios de Robinson, así como las organizaciones de gays y lesbianas de EE UU, interpretaron las denuncias como un intento desesperado de impedir el "histórico nombramiento" manchando el nombre del reverendo. Las acusaciones proceden de un hombre que se identificó como David Lewis en un correo electrónico que envió a la convención de obispos que se celebra en Mineapolis, en el que aseguraba que Robinson le había "tocado inapropiadamente" hace dos años, insinuando además que él no era la única víctima de sus supuestos acosos sexuales. Simultáneamente, la convención recibió acusaciones que apuntan a la supuesta vinculación de Robinson con un sitio de Internet que da consejos a jóvenes homosexuales, cuya página conecta con otro sitio de pornografía infantil.
Gene Robinson, de 56 años, es divorciado, padre de dos hijas y está unido desde hace 13 años a Mark Andrew, de 50 años. Robinson ha contado en todo momento con el apoyo de sus hijas y de su ex mujer, y ha declarado que él no es "el primer obispo homosexual, sino el primero en haberlo admitido públicamente". Tras la suspensión de su confirmación, Robinson fue el primero en pedir que se investigaran a fondo las denuncias formuladas en su contra.
La decisión de la Convención Nacional de Obispos es vinculante. El sector conservador, encabezado por el Concilio Anglicano Americano (AAC), se opone rotundamente al nombramiento de un obispo gay y tiene previsto apelar al primado de la Iglesia, el arzobispo de Canterbury, en el Reino Unido. De fallarle esa vía, ha advertido que se separará de la Iglesia para formar una nueva denominación acorde con su interpretación de los preceptos del cristianismo, que considera la homosexualidad como un pecado. "Es un trágico error. El mundo entero tiene puestos los ojos sobre nosotros", afirmó ayer el reverendo David Anderson, presidente de AAC.
El caso de Robinson no es el primer desafío a la doctrina anglicana. Las semillas de la escisión ya se habían plantado este año en el Reino Unido y Canadá. La aprobación en mayo de la unión de parejas homosexuales en la diócesis canadiense de Westmisnter hizo que 16 iglesias anglicanas del mundo cortaran relaciones con esa diócesis y otras nueve de Canadá rompieran con su obispo. Y en junio, un sacerdote homosexual del Reino Unido fue nominado como obispo de la ciudad de Reading, aunque posterormente se retiró tras una "larga conversación" con el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams.
Williams tiene poderes limitados para intervenir en el caso de Robinson, porque la Iglesia episcopaliana de EE UU es independiente. La Constitución por la que se rige la escribieron los padres fundadores de EEUU al mismo tiempo que la Constitución estadounidense, hace más de doscientos años. Al igual que en el sistema político de EE UU, la normativa episcopaliana requiere que la confirmación de un obispo la aprueben las dos cámaras de la convención.
Robinson fue elegido el domingo obispo de New Hampshire por la Cámara de los Diputados de la Iglesia Episcopal, formada por 835 sacerdotes y laicos, en representación de las 109 diócesis del país. La votación se realizó mediante un complicado sistema de órdenes clericales, que se subdividen en grupos de cuatro sacerdotes o laicos, cada uno de los cuales emite un voto. Robinson obtuvo 128 votos a favor y 63 en contra.
Robinson, acompañado de su hija Ella y de su pareja, Mark, se limitó a comentar que "Dios está haciendo algo nuevo" y afirmó que aceptaría cualquier decisión.
La polémica se produce en medio de un gran debate nacional en EE UU sobre el derecho de los homosexuales al matrimonio. La Iglesia anglicana tiene 2,3 millones de fieles en EE UU y 77 millones de fieles en el mundo. La Convención también debatirá esta semana la aprobación de uniones homosexuales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 5 de agosto de 2003