La liberación de casi 340 prisioneros palestinos por Israel, que debería haber contribuido a suavizar el ambiente, se ha convertido por el contrario en motivo de agravio para el primer ministro, Abu Mazen, que suspendió un encuentro con su homólogo Ariel Sharon para tratar de la Hoja de Ruta. Los palestinos se quejan de que el número de excarcelados es ridículo -hay unos 6.500 en las prisiones israelíes- y que más de la mitad de ellos permanecían en detención administrativa, sin ni siquiera haber sido procesados. Ninguno, incluidos miembros de Hamas y Yihad Islámica, estaba implicado en ataques contra israelíes durante los casi tres años de revuelta en Cisjordania y Gaza.
La excarcelación de presos no es un tema contemplado por la Hoja de Ruta, el guión hacia la convivencia que debería desembocar en la pacificación de Oriente Próximo y en un Estado palestino en 2005. Se trata de una medida encaminada a contrarrestrar el supremo clima de desconfianza que reina entre los dos bandos, pero ni aun así funciona. El motivo fundamental del invencible desencuentro es que ambas partes esperan del otro medidas que no llegan para atacar los asuntos verdaderamente cruciales que les enfrentan.
Abu Mazen invoca su extrema y cierta debilidad política para no emplearse a fondo contra los grupos terroristas palestinos, básicamente Hamas y la Yihad Islámica, que mantienen una precaria tregua con caducidad el 30 de septiembre y que ya amenazan con romper si no se agilizan las excarcelaciones. Sharon, por su parte, no sólo no detiene las construcciones en asentamientos ilegales, a lo que sí le obliga la Hoja de Ruta, ni levanta la mayoría de los bloqueos territoriales, sino que continúa la construcción del ominoso muro de separación entre su territorio y el palestino, que incluso ha recibido las críticas de Bush.
Washington amenaza con detraer de su cuantiosa ayuda a Israel el dinero empleado en esa vergonzosa valla de hormigón, alambradas y tecnología electrónica que asfixia a 200.000 palestinos y les arrebata tierra suplementaria. Pero el amago de EE UU es poco creíble porque Bush y Sharon están de acuerdo en que lo primordial ahora es que Abu Mazen haga un gesto enérgico contra las organizaciones armadas integristas antes de seguir adelante con la Hoja de Ruta. En este pulso, y mientras el contador de la tregua avanza, los elementos fundamentales del plan de paz entre israelíes y palestinos permanecen en un peligroso limbo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de agosto de 2003