Un ejemplo práctico para el entendimiento de la expresión "las caras de la noticia". La noticia concreta es el distinto tratamiento de la inauguración por parte del señor Ruiz-Gallardón, flamante alcalde de Madrid, de la Gran Vía de Villaverde. En el telediario de mediodía de Telemadrid, la cadena pública (resalto esto) autonómica, el reportaje muestra la avenida impoluta, sonrisas, poses convenientes de los mandatarios, corte de cinta, bombo y platillo... y silencio. Una calma olímpica.
Unos minutos después, la sección regional del telediario de Tele 5 -tan bien presentado, por cierto- enseña la noticia como en realidad sucedió: los mandatarios, la misma inauguración, claro, sólo que incómodamente acompañada por el ulular ensordecedor de sirenas de una protesta de los bomberos. Un penacho de denso humo negro se eleva al fondo y desluce el acto -lo desluce para el alcalde y su equipo, como bien entendieron los responsables de Telemadrid-, en lo que es la emisión de algo completamente distinto en contenido e interpretación de lo que había podido ver antes.
Lo que me indigna es la constatación de que una cadena pública -que yo sufrago económicamente como todos los madrileños- obedece de forma tan descarada a intereses partidistas y no generales. Y que además me consideran tonto y desinformado, y que, por tanto, pueden seguir actuando con toda impunidad. Pues, en mi caso, no. No me informo en Telemadrid. Sé desde hace tiempo la credibilidad informativa que merece, indigna de un ente público en un país que se dice democrático.
¿Las caras de la noticia? Valiente cara... dura. El alejamiento de la posibilidad de cambios hacia usos informativos democráticos en Telemadrid es otra más de las lacras -y no la menor- que deberemos a la indignidad de sujetos como Tamayo y Sáez.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de agosto de 2003