Música, pero también cine y arte. El Festival de Benicàssim ofrece, por tercer año consecutivo, la Ruta Fib-Art, consistente en realizar e instalar una serie de esculturas en las playas del Torreón, Almadraba y Voramar. Aunque su destino es efímero, las piezas podrán contemplarse junto al mar durante todo el año. En esta edición se han instalado ocho esculturas monumentales que intentan integrar el arte a los elementos básicos del entorno de las piezas: arena, roca, agua y aire. Durante dos semanas los artistas han trabajado en diferentes espacios de la ciudad compaginando la elaboración de su propia pieza con la colaboración con el trabajo del resto de los artistas.
La obra de Ana Sánchez ha querido integrar todos los elementos a su alcance. La artista ha colocado una gran pieza de césped artificial sobre la superficie del mar a modo de jardín sobre el agua. Mientras Gemma Ferrán ha construido un castillo en la arena accesible a los visitantes.
Ana Gallinal ha optado por la evocación mítica: la parte de pez de una sirena aparece en la playa como un símbolo totémico, y su parte humana, enterrada en la arena. El proceso de trabajo de Eva Miquel tiene una interesante significación en la obra que presenta. Con una colchoneta neumática y un artilugio artesano formado por dos cámaras submarinas, realizó fotografías desde el interior del mar. Estas imágenes son las que los bañistas pueden ver a través de los prismáticos que a modo de instalación escultórica está en la playa.
Trabajando conjuntamente, Mercedes Cano y Antón Sobrino han simulado, con la manipulación escultórica de tubo metálico, un conjunto de bañistas que responde a todos los tópicos veraniegos: el ligón, el mirón, el obsesivo por el sol, el niño jugando... La playa como espacio donde los animales incuban sus huevos es el tema elegido por Dora Stefanova, que ha creado tres inmensos huevos cuyas concavidades permiten a los bañistas un momento de relax.
En uno de los espigones de la playa, Florentino Díaz ha construido un hogar. Una obra cargada de simbología sobre el tránsito, el desarraigo y las raíces, en la que el artista ha cambiado la lógica de las cosas para mostrar los desequilibrios del mundo. El mobiliario aparece sujeto en las paredes externas de la casa.
Completa la selección la obra de Gabriel Fuertes, con la que trata de llamar la atención como lo haría un objeto llegado del mar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de agosto de 2003