Aunque los cabrios suelen ser coches pensados para disfrutar, el New Beetle mantiene cierto sentido práctico y resulta cómodo y manejable en el uso diario. La altura de la capota facilita el acceso, incluso a los pasajeros de atrás, y la posición de conducción, con volante regulable en altura y distancia, permite encontrar enseguida la postura ideal. Además, al contrario que la mayoría de los descapotables, es amplio por dentro y no agobia ni siquiera con la capota cerrada.
Calidad, rigidez y confort
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El New Beetle Cabrio sorprende por la sensación de calidad y rigidez que transmite: se comporta con la solidez de un coche cerrado y no parece un descapotable. Absorbe los baches sin el menor chirrido y no tiene ruidos aerodinámicos. Además obedece al volante con mucha precisión y fidelidad en las curvas, y tiene aplomo en las zonas rápidas. El resultado es un comportamiento dinámico brillante para un cabrio, con una buena estabilidad, poco balanceo lateral y una dirección muy agradable que facilita la conducción.
Estas sensaciones reflejan una gran calidad de fabricación y un chasis reforzado con acierto que elimina las carencias estructurales y vibraciones de los cabrios. Los frenos y el ABS están a la misma altura y paran con mordiente sin desequilibrios. Y la seguridad incluye de serie las últimas ayudas electrónicas (control de tracción, control de estabilidad ESP...).
El conjunto permite circular en ciudad con el confort de un coche cerrado y afrontar los viajes con comodidad y sin las limitaciones de confort y sonoridad de otros descapotables con techo de lona. Además cuenta con una capota bien resuelta que aísla el interior y tiene un diseño que protege a los pasajeros de las turbulencias cuando se viaja a cielo abierto.
Prestaciones correctas
La versión superior del New Beetle Cabrio monta el veterano motor 2.0 de gasolina con 115 CV, el más apropiado si se viaja a menudo; el 1.6 (102 CV) se queda muy justo. Lleva un cambio manual de cinco marchas con un accionamiento suave, rápido y con recorridos cortos de palanca. Y hay un automático Tiptronic opcional de seis velocidades.
A pesar de que los refuerzos suponen 100 kilos más respecto al New Beetle cerrado, mueve bien el peso y permite viajar con soltura, sobre todo una vez lanzado: mantiene buenos cruceros y no se queda mucho en las subidas. La respuesta es elástica desde bajo régimen, sube bien de vueltas y sin apenas esfuerzo por encima de las 6.000 revoluciones, y con la ayuda de unos mandos muy suaves ofrece un tacto agradable que no cansa ni en los viajes largos. Sin embargo, las aceleraciones son algo perezosas y exige calcular bien al adelantar: no sobra potencia.
Los consumos son bastante variables y no muy austeros. A ritmos suaves gasta menos de 8 litros, pero pasa de 10 en ciudad y llega a 12 en conducción alegre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de agosto de 2003