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El Reino Unido alcanza la temperatura más alta de su historia

El Reino Unido alcanzó ayer la temperatura más alta de su historia en Gravesend, en el condado de Kent, al suroeste de Londres, donde se registraron 38,1º poco antes de las dos de la tarde (una hora más en la España peninsular), según anunció el Centro Meteorológico de la capital británica. Poco antes, se habían registrado 37,9º en el aeropuerto de Heathrow. Ambas temperaturas batieron la marca que tenía el país, los 37,1º registrados el 3 de agosto de 1990 en Cheltenham, Gloucestershire (sur de Inglaterra). Además, el Reino Unido vive el tercer verano más caluroso desde que empezó a llevarse un registro de los cambios meteorológicos, en 1659.

Los incendios, la sequía, las indisposiciones causadas por el calor y la canícula, que durará al menos otra semana, seguían devastando ayer el oeste y el sur de Europa, donde se registran temperaturas récord, también en el agua del mar Mediterráneo.

En Francia, donde los bomberos tienen que intervenir cada vez más por enfermedades relacionadas con el calor, los servicios meteorológicos prevén que la ola de calor continúe al menos hasta mediados de agosto. Los organizadores de los campeonatos del mundo de atletismo, que se celebrarán en París del 23 al 31 de agosto, ya han previsto instalar aspersores de agua en el recorrido del maratón.

En Alemania, donde ayer se alcanzaron máximas de 40,8º durante el día y 26,7º durante la noche del jueves, la agricultura sufre la gran sequía, que también perjudica a la producción eléctrica, ya que las centrales nucleares están paralizadas por falta de agua. En Bremen, una avería del aire acondicionado de la sala de control aéreo perturbó durante horas el tráfico aéreo en el norte de Alemania, perjudicando a más de 2.000 pasajeros.

El Papa pide que llueva

Siempre atento a la actualidad, dominada en estos momentos por una preocupante ola de incendios en Europa, el Papa se revolvió ayer contra los pirómanos, acusándoles de atentar contra el medio ambiente y, consiguientemente, contra la humanidad. En el discurso pronunciado en el palacio apostólico de Castelgandolfo, donde pasa el verano, después de rezar el ángelus, Juan Pablo II exhortó a los fieles a rezar "fervorosamente" para que la Tierra goce del "refrigerio de la lluvia", y condenó sin paliativos a los que ponen "en peligro el patrimonio medioambiental, bien precioso de toda la humanidad".

"Vastos incendios se han desarrollado estos días en algunas naciones de Europa", manifestó el Pontífice, que presentaba un aspecto agotado, "con particular intensidad en Portugal, provocando muertos e ingentes daños al medio ambiente".

"Estamos ante una preocupante emergencia que, alimentada por la persistente sequía y con responsabilidad humana, pone en peligro el patrimonio medioambiental, bien precioso de toda la humanidad", manifestó el Papa.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 11 de agosto de 2003