La extraña pareja / REUTERS
Una vida al servicio del disimulo
No hay cena, ni comida, ni reunión de amigos, en la que no salga a relucir este verano la asignatura de religión. Y es que así como todo el mundo tiene una idea de cómo debe ser un programa de Lengua, o de Matemáticas, nadie se pone de acuerdo en cómo articular en pleno siglo XXI los contenidos de una materia que debe incluir, por un lado, cuestiones de fe inofensivas como el Misterio de la Santísima Trinidad, pero, por otro, apologías de terrorismo que incitan a la persecución de los homosexuales.