Un boleto sellado en Milán acertó ayer los seis números ganadores de la lotería italiana, rompiendo la racha de 44 sorteos sin ganador que había permitido a la Superenalotto, acumular un premio de 66 millones de euros. La combinación triunfadora fue: 9, 11, 39, 44, 49, 86, y el 47 como número complementario. En los dos últimos sorteos, las apuestas aumentaron un 63% y para la de ayer el número de combinaciones presentadas superó los 105 millones, con más de uno de cada cuatro italianos implicado en el juego de rellenar un boleto, simple o múltiple, para conquistar un frágil derecho a soñar.
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La realidad matemática no daba mucho margen a la esperanza. La posibilidad de acertar los seis números vencedores era una entre 622 millones. Tan ridícula, que varias asociaciones de consumidores han presentado una querella a la fiscalía de la República contra los gestores de la loto, por haber permitido la impune conversión de la lotería oficial en un mero juego de azar. Los querellantes sostienen que la magnitud de los premios atrae como un imán a la gente hasta el punto de haber trastornado a unos 30.000 ciudadanos, según un estudio sobre este fenómeno. Gente que ha llegado a empeñarse para poder sostener los gastos de apuestas millonarias.
Los directivos de Sisal, la empresa que gestiona la lotería, con la autorización del ente Monopolios del Estado, -que se embolsa en cualquier caso el 54% de la recaudación-, insisten en que el 90% de los jugadores se limita a gastar un euro, el precio del boleto simple que permite optar por dos combinaciones de seis números. Sin embargo, en todos los negocios de apuestas se hacen combinaciones mucho más complejas, que permiten a los jugadores tentar la suerte con alguna mayor garantía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de agosto de 2003