Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Reportaje:

Málaga revive la pesadilla

La desaparición de Sonia Carabante recuerda a los casos de tres jóvenes muertas en la zona

La misteriosa y más que probablemente violenta desaparición de la joven Sonia Carabante, de 17 años, cuando en la madrugada del jueves regresaba de la feria de su pueblo, Coín (Málaga), tiene dolorosos y fatales antecedentes.

Casi todo el mundo en Coín recordaba ayer los asesinatos de Rocío Wanninkhof, en Mijas (Málaga) en octubre de 1999; María Teresa Fernández, en Motril (Granada) en agosto de 2000, y Ana Elena Lorente, en Álora (Málaga) en septiembre de ese mismo año. Todas eran jóvenes hermosas y en todos los casos -con la excepción del de la joven de Motril, desaparecida- se ha probado que les quitaron la vida por amor o celos. En el caso de Carabante parece haber indicios de una y otra cosa.

Rocío, una amiga que afirma ser "íntima" de la joven desaparecida describía ayer cómo disfrutaron de la noche en la Caseta Joven de la Feria de la Virgen de la Fuensanta. Ella se fue antes y la dejó acompañada por un grupo de amigos. Rocío define a su amiga como una chica alta, guapa, extravertida y que no se había hecho ningún enemigo desde que llegó al pueblo hace dos años. Sonia nació en Lucerna (Suiza), en donde su padre trabajó más de 30 años en la construcción como yesista. José María Carabante quería que su única hija se criara en España. Sus otros dos hijos, varones de 28 y 23 años, nacieron y crecieron en Suiza y no quisieron regresar.

El padre de Sonia hablaba ayer con cariño del que él creía único novio de su hija. La relación se rompió a principios de este año. Pero la chica había vivido recientemente otros amores adolescentes. Así, según cuentan sus amigas, el domingo pasado había roto una relación con Adrián, un chico de su misma edad de la vecina localidad de Villafranco de Guadalhorce, de poco más de 500 habitantes.

Tras la ruptura, Sonia había encontrado a otro chico que le agradaba, Marcos, también de Coín, aunque aún, siempre según sus amigas, no se pudiera hablar de relación. Ambos jóvenes han declarado ya ante la Guardia Civil y Adrián incluso participó en una de las cuadrillas que buscaban a la joven desaparecida en la mañana de ayer.

La casa de la familia Carabante está ubicada en la barriada Félix Rodríguez de la Fuente, al final de una calle sin salida. Los restos de sangre y los objetos personales -un teléfono móvil, el bolso y un zapato- de la muchacha aparecieron a unos veinte metros escasos de la puerta de su domicilio, justo al lado de un callejón que ofrecía una salida hacia un posible escondite.

Este hecho ha llevado a que los investigadores manejen entre sus hipótesis que el o los agresores no fueran extraños para la joven. Además, nadie en el vecindario oyó ningún ruido extraño, a pesar de que las manchas de sangre y los dedos marcados sobre el capó de un automóvil inviten fuertemente a pensar que hubo una agresión. Aún se tardará una semana en determinar si la sangre hallada es de Sonia o, incluso, si hubiera restos de la de otras personas.

La chica que acompañó a Sonia hasta cerca de su casa junto a otro joven, Cristina, habló ayer de un grupo -dos o tres- chavales que le venían increpando en la feria, lanzándole piropos hirientes y conminándola a que les acompañara. Ahí se acaban las pistas más o menos veraces y comienzan los rumores.

Así, algunos vecinos se han puesto en contacto con la Guardia Civil y han hablado de jóvenes corriendo y un coche huyendo sobre las cinco de la madrugada y se han hallado mechones de pelo y un pañuelo y un hacha ensangrentados, aunque nadie puede aún decir que ninguno de ellos esté relacionado con el caso.

Al igual que en los casos de las otras chicas desaparecidas, la agresión ocurrió en plenas fiestas del pueblo. Cuando el alcohol corre y los horarios se relajan. Sonia era una chica que, según su padre, se recogía alrededor de las once de la noche a diario y de las cuatro en feria. Su prolongada desaparición, los restos de sangre y los antecedentes llevan a casi todos a presagiar lo peor. Su padre aún espera un milagro.

Un pueblo volcado

Alrededor de 370 personas de Coín y los alrededores colaboran desde el pasado jueves en la búsqueda de Sonia Carabante. De la sede de la Peña Alcohine parten cada dos horas grupos de 10 personas, coordinados por la Guardia Civil, Policía Local y Protección Civil, que peinan casi todo el municipio en busca de la joven o al menos de indicios que ayuden a aclarar lo que le pudiera haber sucedido.

El alcalde, Gabriel Clavijo, suspendió ayer el último día de las fiestas de la Virgen de la Fuensanta. Además, también se suspendió el inicio de la media veda de conejo y perdiz, que debía iniciarse hoy, y el alcalde pidió a los cazadores que aportaran su conocimientos de las veredas y cañedales de la zona para buscar a Sonia Carabante.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de agosto de 2003

Más información