Málaga vivió ayer su segundo día de feria con alivio por el descenso de las temperaturas. El terral, que obligó a soportar temperaturas superiores a los 30 grados durante el pregón de Antonio Garrido la media noche del viernes, ha dado paso a una agradecida brisa marina. Miles de personas volvieron ayer a concentrarse a mediodía en las calles del centro, donde los dueños de los bares han pactado no emitir más música que sevillanas, rumbas y malagueñas hasta las 18.00, y en el real de Cortijo de Torres, que poco a poco gana protagonismo y no cierra nunca.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de agosto de 2003