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OPINION DEL LECTOR

El reto de Job

11818. ¡Ring!, ¡ring!, ¡ring! En estos momentos hay sobrecarga en la línea, rogamos vuelva a marcar pasados unos minutos.

Varios minutos después. 11818. ¡¡¡Ring!!!, ¡¡¡ring!!!, ¡¡¡ring!!! y, ¡por fin!: -Bienvenido al 11818. Esta llamada cuesta 35 céntimos. Nuestros teleoperadores están todos ocupados. Espere.

Tras mucha espera:

-Le atiende Perico de los Palotes, ¿en qué puedo servirle?. -Buenos días, ¿tienen el número de Zutano?.

-Un momento.

Al poco: -Tome nota.

Una voz grabada va deletreando, impasible a los ruegos de ese bolígrafo que escribe a trompicones, los nueve guarismos. Cuando termina, otra voz grabada culmina: ha sido atendido por la posición tal y tal. Y entonces te preguntas: ¡Qué demonios me importa ese número! Luego marcas el número de marras. Te contesta una voz que no es la de Zutano y que, además, afirma no serlo. Vuelves al principio y, tras el ¡por fin!, expones tu caso; te vuelven a dar el número y, si preguntas qué pasa con tus 35 céntimos, te informan de que, dando el número de la posición que te atendió, podrías reclamar. Sopesas, para la próxima vez, los rinrines y El Bolero de Ravel contra la aleación de los 35 céntimos y te sientes generoso, también en calificativos, con Telefónica.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de agosto de 2003