El presidente Aznar ya tiene su féretro; en él traerán al capitán Martín-Oar. Ya puede acusarnos a los que no le apoyamos en la guerra de estar alegres por su muerte. Nosotros, sin embargo, sólo deseamos fervientemente que todos los españoles hoy en Irak vuelvan a su casa con bien. Aunque esto supusiera tener que aguantar las broncas y exabruptos del señor Aznar 12 años más.
Por cierto, ¿cuándo veremos al ministro Trillo rendir visita a la fuerza en Irak? Él, tan aficionado a los actos castrenses, ¿está esperando que pase el calor?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de agosto de 2003