Hay jornadas cuya liturgia es de tal complicidad que demandan si no un partido memorable sí al menos un gesto para el recuerdo. El de ayer fue un día tan efervescente desde el punto de vista culé, el reencuentro con el club resultó tan participativo, la hinchada estuvo tan entregada y la junta directiva y los compromisarios quedaron tan amigos, que se imponía una victoria del equipo recién pintado, y más estando el Boca enfrente, un club al que conviene espantar no por enemigo sino porque representa el pasado azulgrana, por Bianchi, por Riquelme, por tantas cosas que pudieron ser y no fueron y que ahora no viene al caso recordar.
BARCELONA 1 - BOCA JUNIORS 1
Barcelona: Víctor Valdés (Rustu, m.45); Puyol, Márquez (Andersson, m.45), Cocu, Reiziger; Xavi, Gerard; Ronaldinho (Quaresma, m 76), Luis Enrique, Overmars (Luis García, m. 63); y Saviola (Kluivert, m.45).
Boca: Abbondancieri; Jerez, Schiavi, Burdisso, Rodríguez; Battaglia, Cascini, Cagna; Iarley (Villarreal, m.72); Schelotto (Donet, m. 72) y Tévez.
Goles: 0-1. M. 43. Tévez. 1-1. M. 67. Gerard.
Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Márquez, Ronaldinho, Schelotto, Gerard, Cascini, Puyol, Rodríguez, Battaglia y Schiavi.
Camp Nou: Unos 90.000 espectadores. El Barça, campeón del Trofeo Gamper al vencer en la tanda de penaltis (5-3).
Laporta denuncia que los 'boixos nois', que tiraron bengalas, intentaron chantajearle
Juega ahora en el Camp Nou un tal Ronaldinho, futbolista seductor donde los haya, capaz de darle vida al partido más inanimado sin necesidad de contar con el equipo. Ocurrió que el entrenador, que ahora se llama Rijkaard, le inutilizó medio tiempo como extremo derecho, una escena que recordó los tiempos de cuando Van Gaal y Rivaldo se las tenían cada dos por tres, y se desfondó en el último tramo, al punto que fue sustituido casi furtivamente, para silenciar uno de sus partidos más tristes desde que se puso la zamarra azulgrana, la más vendida entre la hinchada y también entre los turistas que andan por Barcelona.
No estuvo bien el Barça. Puso mucho interés, como bien expresó Márquez, que marcaba la raya como no se recordaba desde que se jubiló Migueli. Y avivó el frente de ataque a la que pudo correr. El problema es que Boca no se dejó llevar y agarró el partido con una seriedad y hechura de equipo bien parido y mejor trabajado y organizado, como corresponde al campeón de América, porque el fútbol no sólo pertenece a Europa. Piano piano, tocando y presionando, la tropa de Bianchi maduró la contienda hasta que el Apache Tévez, el jugador del partido, se trabajó un remate tan guapo que si no fue gol estuvo bien concederlo por parte del linier, que cada vez que el árbitro le miraba asentía.
No pareció espabilar el Barça en el descanso, con el Boca dispuesto a tragarse a Ronaldinho, que ni jugando más centrado escapó del lazo de Rijkaard y Bianchi. Boca le hizo pasar un mal rato al Barcelona, y pareció tener el encuentro bien guardado en su regazo. A diferencia de otros años, sin embargo, el Barça no se desanimó, supo sufrir, aguantó la tunda y atrapó un gol muy bonito y que, al fin y al cabo, reflejaba su ideario: centro desde la banda (Luis Enrique), remate al palo (Kluivert, necesariamente) y el rechace que lo aprovecha Gerard, mejor puesto y dispuesto que en otras ocasiones.
Atrapar los penaltis fue un premio más que un castigo para el Barça, que se desangró para combatir a un rival más cuajado y corresponder a la expectación de una hinchada rendida. Y ganar la tanda fue la recompensa al ejercicio de voluntarismo barcelonista. Pequeño en cuanto a juego, el equipo fue grande en cuanto a ánimo. Necesitaba el Barça una victoria para cerrar una jornada redonda, y se mostró infalible cuando las circunstancias le eran favorables: no erró ni uno solo de los lanzamientos mientras Rustu paraba el de Burdisso.
Boca tuvo que morderse la lengua mientras Luis Enrique levantaba la Copa, y lamentarse por no haber sabido cerrar un partido que tuvo de cara durante tres cuartas partes. La reacción del Barcelona le privó de una victoria que su hinchada, muy presente en el estadio, habría agradecido.
A la feliz jornada barcelonista le sobró únicamente el comportamiento de los boixos nois, que encendieron bengalas en el fondo norte y tiraron una al área de Rustu, actuación que provocó la reacción airada del presidente barcelonista, Joan Laorta. "El espectáculo ha sido magnífico, pero la nota negativa se ha produncido por la actuación de estos grupos que no merecen estar en el Camp Nou", proclamó. "Adoptaremos medidas más efectivas para que esto no vuelva a suceder", insistió. "Estos individuos no merecen estar en un espectáculo así. Se han tomado todas las medidas posibles, pero veo que no son suficientes; es difícil dominar a este tipo de gente, pero lo intentaremos". Y, para acabar, el presidente azulgrana denunció: "Nos pidieron que les regaláramos entradas y también dinero, pero nos hemos negado en rotundo. No cederemos al chantaje de esta gente. Me duelen mucho estos detalles".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de agosto de 2003