Al Ayuntamiento donostiarra y en especial al señor alcalde, al finalizar cualquier evento por ellos organizado, se les llena la boca con balances súper-híper-mega positivos, que dirían algunos. La crítica o el reconocimiento de que algo ha podido fallar no entra en sus planes, incluso les molesta muchísimo que esas críticas, provenientes la mayoría de los afectados, se hagan públicas. Señor alcalde, para no molestarle ni herir su sensibilidad, vamos a hablar en positivo y a darle ideas para mejorar las próximas fiestas.
Que haya, como en las de de Bilbao, sonómetros instalados no sólo en los establecimientos hosteleros, sino también en la macrodiscoteca de la Zurriola. Con bajar unos decibelios no sólo iban a disfrutar de la música los asistentes a la fiesta, sino que también iban a poder descansar los vecinos de Gros, Paseo de Salamanca, Parte Vieja, etc. Mire, no nos apetecía ser parte de una estadística que diga que "tropecientas mil personas" han participado de la fiesta: simplemente queríamos dormir.
Que haya Guardia Municipal permanentemente por las calles de la Parte Vieja para que los hosteleros sean informados de que deben tener las puertas de sus locales cerradas aunque sean fiestas; que las horas que generosamente les ha concedido el Ayuntamiento para ampliar el horario son tres, no cuatro; que los váteres de sus locales tienen que estar abiertos para que los clientes prostáticos no tengan que satisfacer sus necesidades en los portales y fachadas de nuestros portales y comercios.
Que esos mismos agentes informen a los músicos y sucedáneos que nos deleitan a las cuatro de la mañana con bongos y bafles a todo volumen que a esas horas la gente no va a echarles dinero, porque tienen que permanecer encerrados en sus habitaciones con 30º y 80% de humedad, porque ha dicho el señor alcalde que como mejor íbamos a estar era al calorcito de nuestros hogares.
Y para acabar (este escrito, que no las ideas- sugerencias), informen a la población en general que fiestas, ambiente, marcha no son sinónimos de ruido, suciedad y falta de respeto a los demás.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de agosto de 2003