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El certamen donostiarra hace sitio a seis jóvenes intérpretes

El Ciclo de Jóvenes Intérpretes figura en la programación de la Quincena Musical de San Sebastián desde hace casi 20 años. Es un clásico, que apostó por Ainhoa Arteta, Asier Polo o Marta Zabaleta cuando nadie había oído hablar de ellos. No es algo común en los festivales del género. "Los comienzos siempre son difíciles en todas las carreras y no hay mucha gente que nos apoye", afirmó ayer la mezzosoprano donostiarra Clara Mouriz, una de los seis protagonistas del ciclo de este año. "Ojalá hubiera seis o siete quincenas al año", le apoyó la pianista Marina Pintos.

Mouriz, ganadora del premio Cordelia Moses de la Royal Academy of Music de Londres, donde cursa sus estudios de postgrado, será la encargada de abrir el lunes esta serie de conciertos en el salón de actos de Kutxa (Andía, 20). La cantante ha escogido un variado repertorio que abarca desde la música barroca inglesa y alemana a composiciones fracesas o un ciclo de Montsalvatge.

Programas variados

Como ella, el resto de músicos que actuarán dentro de este ciclo también se han decantado por repertorios no homogéneos. La flautista tolosarra Ruth Ortiz abordará el martes piezas de Schumann, Poulenc y Henri Dutilleux, entre otros; el trompetista donostiarra Erlantz Fernández, quien ha colaborado con las sinfónicas de Bilbao, Euskadi y Barcelona, interpretará a Ravel, Purcell, Brahms y Bozza.

El ciclo se completará con las actuaciones de Pintos; el violinista Enekoitz Martínez y la pianista Miku Omine, ganadora este año del Concurso de Piano de San Sebastián.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de agosto de 2003