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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Una técnica poderosa al servivio de la música

Elogiado por la crítica, el joven pianista canario Iván Martín busca una óptica actual para acercarse a las obras del pasado. Hoy actúa en la Schubertiada de Vilabertran.

Soy un adicto al piano. Me levanto por la mañanas y siento que lo echo de menos y todavía en pijama voy a acariciarlo". Que para Iván Martín (Gran Ganaria, 1978) el piano es una adicción queda claro. Lo es desde que a los tres años sus pequeñas manos se posaban en el primer teclado que pillaba para extraer de él notas musicales. Actualmente, Iván Martín sorprende allí por donde toca. La crítica ha calificado su técnica de poderosísima y ha elogiado su sentatez por no dejarse llevar por la vanidad y el exhibicionismo sobre el escenario. Y es que para este joven pianista canario "la técnica no es un fin, sino un medio para hacer música", para transmitir belleza. Y asegura que lo tiene claro desde hace muchos años. Esta noche regresa a la Schubertiada de Vilabertran (Girona), el único festival en España dedicado a Schubert y donde ya ha tocado, para unirse al Quartetto David en la interpretación del célebre Quinteto de la trucha, del compositor vienés.

"Desde pequeño sabía qué es lo que quería. La corriente que quería seguir, la forma en que quería interpretar, la técnica necesaria para alcanzar esa interpretación y el concepto de música que quería seguir", afirma Martín. No en vano su modelo es el polaco Krystian Zimerman, grande entre los grandes, que huye como gato escaldado de la superficialidad. "Su concepción de la música es la mía", dice el joven pianista, que pasa largas temporadas del año en Valldemossa (Mallorca) estudiando con un alumno de Andrzej Jasinski, el profesor de Zimerman. "Es un oído en el que confío", precisa. "Cuando interpreto una obra actúo como filtro de lo que el compositor ha dejado".

"Vivo en mi tiempo y afronto la interpretación de una obra del pasado desde una óptica actual. Ésa es la misión de la interpretación", asegura, aunque reconoce que no es fácil. "El problema de la música clásica es que nos hallamos ante una gran tradición de la que aprendemos, pero a la que frente a su peso se dan pocos pasos adelante".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de agosto de 2003