Dos adolescentes son el futuro del atletismo, en términos comerciales y deportivos. Uno es jamaicano y el jueves cumplió 17 años. Es Usain Bolt, sensacional velocista, heredero de Michael Johnson en las pruebas de 200 y 400 metros. Ella es Allyson Félix, estadounidense de California, la sucesora natural de Marion Jones, a la que ha arrebatado la mayor parte de los récords mundiales juveniles. También tiene 17 años y, como Bolt, competirá en los Mundiales de París, donde son más necesarios que nunca atletas capaces de sacar al atletismo de su atonía actual. Probablemente no están llamados a conquistar medallas, y hasta sería normal que no se clasificaran para las finales de 200 metros, pero a ambos cabe aplicarles la célebre frase del periodista y productor Jon Landau cuando vio por vez primera a Bruce Sprinsteen en un tugurio: "He visto el futuro del rock".
Bolt está troquelado al modo de Tommie Smith y Felix recuerda punto por punto a Marion Jones
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Bolt está varios años por delante de su tiempo. En julio, todavía con 16 años, corrió los 200 metros en 20,13 segundos, registro formidable para cualquier edad. A día de hoy es la sexta mejor marca del año, dato que explica la precocidad de un chaval que está troquelado a la manera del inolvidable Tommie Smith, el hombre que gobernó las pruebas de 200 y 400 metros en la década de los 60. Bolt mide 1,95 metros, altura que aparentemente la impedirá instalarse entre los mejores del mundo en la prueba de 100 metros. Demasiado alto para una carrera que comienza a exigir velocistas rechonchos y culones. Su morfología tampoco coincide con la de Michael Johnson, atleta de zancada muy corta y de frecuencia altísima, con el centro de gravedad inusualmente bajo. Digamos que Bolt retorna a los orígenes clásicos de los cuatrocentistas, aunque la distancia le produce pánico. Sin embargo, este año ha corrido los 400 metros en 45,35 segundos, registro notable que explica sus enormes posibilidades en la distancia. Pero el chico no quiere enrolarse en la prueba asesina, a pesar de los consejos que ha recibido de gente como Lee Evans, el hombre que bajó por primera vez de 44 segundos (México 68), y de Johnson.
Sus extraordinarias marcas no son una novedad. Con 15 años ganó los 200 metros en el Mundial junior, frente a rivales de 17 y 18 años. Es evidente que es un atleta singular por su precocidad y por su imponente chasis. El atletismo ha sido escenario de cometas fugaces, de niños que nunca lograron desarrollar sus condiciones como adultos. Pero también ha habido casos de maravillosos juveniles que concretaron después todo aquello que apuntaban. Marion Jones es el ejemplo perfecto. Con 15 años pudo participar en el equipo de relevos estadounidense que compitió en los Juegos de Barcelona. No lo hizo porque su madre se lo impidió. Era una niña. Cinco años después ganó los 100 metros en los Mundiales de Atenas.
Las universidades norteamericanos se han lanzado a la caza de Bolt, jamaicano de pura cepa, natural de Trelawny, donde vive con sus padres y donde entrena en una pista de hierba. Su agente es Norm Pearl, un viejo amigo de la escuela. Por ahora, su mundo es doméstico. No se siente alterado por la marea que ha creado a su alrededor. Pero cuando los estadounidenses llegan con sus becas y sus promesas, es difícil resistirse a la presión, lo mismo que le ocurre a Allyson Félix, la muchacha que recuerda punto por punto al caso de Marion Jones.
Como ella, reside en California. Y como ella, se ha adelantado a su tiempo. El pasado año apuntó excelentes maneras en el Mundial junior, pero esta temporada ha ingresado con todo derecho en el grupo de estrellas de la velocidad. A principios de año batió el récord nacional junior de Marion Jones. Corrió los 200 metros en 22,52 segundos, pero eso no fue nada: apenas un mes después venció en la reunión de México con 22,11 segundos. Eso la coloca en el primer puesto del ranking mundial. Es cierto que se vio beneficiada por la altitud de México (2200 metros), pero su talento no se discute. En las pruebas de clasificación del equipo de Estados Unidos logró el tercer puesto, por detrás de Kelli White y Torri Edwards. En París le espera la gran presentación en sociedad. Ha llegado con su madre y con su hermano Wes, uno de los mejores jóvenes especialistas en la prueba de 200. En una época donde no hay gente de gancho en la velocidad, a Allyson Félix tendrá que medirse no sólo con sus rivales, sino con las expectativas que ha despertado. Si ella y Bolt son capaces de brindar una buena actuación, el atletismo habrá encontrado un poco de luz para los próximos años.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de agosto de 2003