Realmente dejar paralizado y sin palabras a un mimo cuesta muy poco, pero el impacto emocional que he sufrido desborda toda ética. Rozando lo absurdo, la llamada Autoridad "me ha echado de la calle". ¿Adónde? Pues no lo sé, porque estaba en la calle y me han echado de allá por el simple hecho de estar ganándome la vida de mimo. Esto ha pasado en el casco antiguo de Valencia, cerca del Miquelet, donde se supone que bulle la vida turística y se concentra la esencia de la ciudad. He llegado a mi puesto habitual a las 19.00 y no había pasado media hora cuando dos gorilas secretas vestidos de paisano se han acercado a la mimo, o sea a mí, con el pretexto de desalojar la zona. ¡Buena limpieza señores! Me han enseñado la reluciente placa de policía y me han enviado a casita porque el Ayuntamiento prohibe toda manifestación artística en la calle. ¡Qué lástima! Más nos valdría ganarnos la vida robando o mendigando en lugar de dar vida y color a nuestra ciudad. Valencia, la ciudad vendida a los desconocidos como la grandeza de la modernidad, vanguardismo, ciudad cultural por excelencia, equiparándose a cualquier gran ciudad europea. ¿a quién quieren engañar? Pues está claro, a los propios valencianos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de agosto de 2003