Si en los años 60 la autarquía futbolística forzó la contratación de jugadores latinoamericanos oriundos, a poco que pudieran demostrar ser más o menos descendientes de españoles, estamos en plena epidemia mediática y el torneo 2003-2004, precisará una doble clasificación: la deportiva y la mediática. La autarquía fecundó futbolistas oriundos en los vientres más insospechados o mediante una avanzadísima ingeniería genético-burocrática, coincidente con el empeño de las editoriales por hacerse con escritories latinoamericanos a la estela del boom de los Vargas Llosa, García Márquez, Donoso, Fuentes, Cabrera Infante... Ahora los clubes buscan jugadores mediáticos, dentro de la medida de sus arruinadas contabilidades.
El Real Madrid ha alterado la lógica del mercado con el fichaje de Beckham, valorado jugador a balón parado e inspiradísimo lanzador de córners, pero sobre todo hombre portador de valores mediáticos, que no es lo mismo que ser portador de valores eternos.Mediático por parte de señora esposa, mediático por hábitos que lo convierten en una mercancía difícilmente repetible, Beckham mercantiliza lo que toca y es en sí mismo un valor añadido al equipo del Real Madrid. Ni siquiera sería necesario que jugara al fútbol, o sólo lo indispensable para justificar su cualidad de jugador mediático, porque los Zidane, Raúl, Figo, Ronaldo, Roberto Carlos..., se bastan y se sobran para ganar o perder partidos dentro de la estricta lógica futbolística. Beckham está en otra dimensión y, al acabar la temporada, junto a la clasificación deportiva de la Liga convendría tener en cuenta la mediática, es decir la clasificación de jugadores según los ingresos obtenidos por su condición de hombres anuncio.
También Ronaldinho ha sido definido como un jugador mediático, pero los cuatro años de crisis de resultados del Barça exigen que además juegue al fútbol y marque la diferencia deportiva.
Valencia, Deportivo, Atlético de Madrid, Betis..., buscan el jugador mediático que les dé imagen y les permita ingresos anunciando lo que sea. Beckham, el modelo a imitar, se ha lacado las uñas de los pies o se ha puesto las bragas de su señora, con lo que ha conseguido que todos, absolutamente todos, nos laquemos las uñas de los pies y tratemos de hacernos con las mejores bragas deshabitadas. Que sea un buen futbolista es lo de menos. El medio es el mensaje, dictaminó Marshall McLuchan hace 40 años y Hans Magnus Enzesberger respondió: Cuando la burguesía dice que el medio es el mensaje, es que no tiene nada que decir. Entonces, Hans Magnus era de izquierdas y además un ingenuo.
Un diario deportivo asegura que en el Barcelona hay dos mediáticos, el presidente Laporta y Ronaldinho, entusiasmado el periodista porque el nuevo presidente sabe nadar y además emite oraciones compuestas coherentes, hecho sin precedentes en la presidencia del Barcelona desde los tiempos de Agustí Montal. Asumamos con todas sus consecuencias que mediáticamente esto se complica y que nadie se extrañe si en la próxima temporada, además de futbolistas y mediáticos, los jugadores deberán ser expertos en artes y oficios singulares dentro de un amplio espectro que abarcaría desde el estrangulador de Boston al genial peluquero de la permanente incorrupta de la ministra Ana Palacio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de agosto de 2003