Hay jugadores que están donde no les quieren, caso de Riquelme en el Barça o McManaman en el Madrid; otros hay que están donde no quieren estar, y no hay más que recordar el culebrón protagonizado por el díscolo Makelele; incluso existen casos en los que el futbolista no quiere estar donde está, en el sitio donde está no quieren que esté y, aun así, ahí siguen (Munitis sería un buen ejemplo de esta curiosa variante). El dinero, mejor dicho, la falta de dinero, ha provocado situaciones inéditas, cuando no absurdas, impensables hace apenas tres años. El mercado futbolístico está lleno de potenciales compradores que no compran y declarados vendedores que no venden. Los episodios citados corresponden a la Liga española, pero son extrapolables a cualquier otro gran campeonato europeo. El Bayern no sabe qué hacer con Elber, el Lazio se ha vuelto loco para colocar a Mendieta... El fútbol sufre un receso descomunal, apenas atenuado por algún fichaje de consecuencias que trascienden lo puramente deportivo, caso del inglés Beckham, o de la aparición de algún multimillonario capaz de sacar de su bolsillo 200 millones de euros para comprar un club, como ha hecho Abramovich con el Chelsea, y pegarle un meneo al adormecido mercado fichando todo lo que se mueva.
Hace cuatro temporadas, el fútbol español se gastó 450 millones en fichajes; ahora sólo han sido 120
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"Existe un recurso empresarial que se llama regulación de empleo y a lo mejor algún día nos vemos obligados a echar mano de él". Quien sostiene esta teoría es Txiki Beguiristain, director deportivo del Barcelona, un club que acaba de reconocer una deuda exigible de 169,7 millones de pesetas. Para paliar semejante agujero, el club azulgrana ha emprendido una política de contención monetaria que ha afectado de lleno a sus futbolistas. A Cocu, por ejemplo, a quien se le ha rebajado la ficha a la mitad. O al mismo Kluivert, de cuyo contrato se ha suprimido una bonificación de 4,5 millones de euros que había pactado el delantero holandés con Joan Gaspart. El Barça se ha gastado 41 millones de euros en sus cinco fichajes (Rustu, Márquez, Luis García, Quaresma y Ronaldinho), pero su política de contención, con rescisiones de contrato o bajada de sueldos, le ha hecho ahorrarse 26,7 millones. Ronaldinho es el fichaje más caro de este año en el fútbol español. El Barça pagó por él 27 millones al París Saint Germain por los 25 que abonó el Madrid al Manchester United por Beckham, a la espera de conocer la cuantía de los incentivos.
Si el mercado en España aún se mueve es gracias a la proliferación de cesiones o a la llegada de jugadores que han quedado libres, caso de Palermo en el Betis. Ya la pasada temporada se produjo un significativo descenso en el dinero gastado en fichajes. Fueron 142,3 los millones que se utilizaron en las contadas contrataciones que se produjeron. De esa cifra, 50 correspondían al traspaso de Ronaldo al Madrid. En la campaña anterior, la 2001-2002, el gasto se había disparado hasta superar los 303 millones. Y en la 2000-2001 se llegó a los 450. A día de hoy, y a no ser que surja un improbable bombazo de última hora, los 20 equipos de Primera División se habrán dejado en fichajes sólo 120 millones, ocho menos de los que el Madrid se gastó en Ronaldo y Zidane.
No es significativo que haya equipos que han renovado con creces la composición de sus plantillas. El Atlético, por ejemplo. Ha contratado a Lequi, Simeone, Novo, Nano, Rodrigo, Nikolaidis y Musampa. El precio global de todas las operaciones no pasa de los cinco millones de euros. Aún más lejos ha ido el Villarreal, que se ha apuntado a la moda del gratis total. Y gratis total le ha salido el fichaje de futbolistas tan contrastados como José Mari, Roger, Coloccini, Galca y Sonny Anderson.
No es muy distinta la situación en el resto de las grandes Ligas europeas. Sólo Inglaterra se sale de la norma. Y lo hace por culpa del magnate ruso Roman Abramovih, el nuevo dueño del Chelsea. Su llegada al club ha resultado estruendosa y se ha atrevido a retar a las dos entidades más poderosas del continente a nivel monetario: el Manchester United y el Real Madrid. Al club inglés le birló a Verón y poco ha faltado para que el Madrid se quedara sin Makelele. Ocho fichajes ha hecho Abramovich, en los que se ha dejado unos 133,6 millones de euros. El argentino Crespo (25,5), el irlandés Duff (24,7), el rumano Mutu (22,9), el también argentino Verón (21,8), el camerunés Geremi (10,2) o los ingleses Bridge (10,2), Cole (9,6) y Johnson (8,7) han encontrado acomodo en el club londinense. Con parte del dinero recibido por Verón, el Manchester logró contratar a una de las grandes promesas del fútbol europeo, el portugués Cristiano Ronaldo, de 18 años, en quien se gastó 15 millones. El último movimiento significativo en la Premier League lo ha protagonizado el Middlesbrough, que ha logrado la cesión de Mendieta, a quien ni su propietario, el Lazio, ni el Barça, estaban dispuestos a pagar su alta ficha (8, 4 millones de euros).
Mientras tanto, en Italia, sólo la llegada del brasileño Kaká al Milan, a cambio de nueve millones, ha animado un poco el mercado veraniego. La estrella en Francia ha sido el portugués Pauleta, que ha dejado el Girondins para irse al París St. Germain. Ocho millones han tenido la culpa.
Beckham, Abramovich y Makaay. Ellos han sido los protagonistas del verano europeo. Tras un interminable tira y afloja, el Bayern logró hacerse con los servicios de Makaay para satisfacción de Lendoiro, el presidente del Deportivo, que amén de embolsarse 18,5 millones presume de haberle colado un gol por la escuadra al todopoderoso club bávaro.
"Las enormes fichas que se pagan están provocando que muchos clubes españoles tengan a jugadores que no quieren". Nadie mejor que Jorge Valdano, director deportivo del Real Madrid, para emitir este lamento. Pocos son los que se atreven a mover ficha en el mercado europeo, golpeado por claúsulas de rescisión mastodónticas y sueldos aristocráticos. Los clubes, los de aquí y los de allá, siguen pagando un alto precio por el despilfarro de anteriores épocas -y ahí la Liga española se lleva la palma- mientras le echan la culpa de la recesión a las televisiones, que han negociado a la baja.
La cadena Sky ha pasado de pagar 1,4 millones de libras a la Premier a darle poco más de uno. En Alemania, el grupo Kirch desembolsaba por los derechos televisivos 390 millones de euros, reducidos ahora a 300. Y, en fin, el calcio italiano ha pasado de recaudar 420 millones a 360. La depreciación del fútbol es un hecho y las vacas gordas, definitivamente, son cosa del pasado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de agosto de 2003