La directiva que preside Serafín Roldán ha decidido jugarse la apuesta de lo incierto y, ante la incomprensión general de la afición, ha dado por finiquitada la era Peiró, el entrenador que llevó al Málaga a sus mayores cotas históricas clasificándolo por primera vez para la Copa de la UEFA, en la que la temporada pasada llegó hasta los cuartos de final.
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La lista de bajas es sintomática de la liquidación: Contreras, Roteta, Sandro, Bravo, Musampa, Dely Valdés y Darío Silva. Por primera vez desde su regreso a la máxima categoría, en 1988, la plantilla blanquiazul no cuenta con ninguno de los hombres del bloque que se cimentó en la Segunda B. Sandro y Roteta eran los últimos abanderados de aquella ilusionante etapa.
Durante su estancia en Primera, estas cinco temporadas, el Málaga se ha caracterizado por vender cada año a sus exponentes más destacados, pero Joaquín Peiró parecía dotado de una varita mágica con la que inmediatmente conseguía mejorar la clasificación.
Ahora el proyecto se confía a Juande Ramos, un hombre con experiencia en equipos con escasos recursos y de quien dependerá en buena medida la restitución de la paz social entre la directiva y la afición. De momento, el técnico no ha recibido demasiadas facilidades. La numerosa y lustrosa lista de bajas sólo se compensa con tres incorporaciones: el Pocho Insúa; el delantero uruguayo Diego Alonso, procedente del Valencia, y el exterior José Juan Luque.
La dirección técnica del club ha decidido hacer una apuesta por la cantera y poner en circulación a hombres como Calatayud, Juanito, Koke, Geijo o Alexis, que el año pasado contribuyeron a otro éxito sin precedentes en el club de Martiricos: llevar al filial a la Segunda División. Veteranos como Fernando Sanz, Gerardo o la revelación de la última Liga, Manu Sánchez, están llamados a liderar el nuevo proyecto.
Juande Ramos tiene ante sí un difícil reto. La consolidación en la Primera División es un objetivo irrenunciable para un club que no consigue el arraigo social al que sus méritos deportivos parecen hacerle acreedor y está abocado a moverse siempre en una economía de subsistencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de agosto de 2003