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Reportaje:REAL SOCIEDAD

A por más de lo mismo

El club donostiarra busca afianzar su juego alegre y vertical con Alkiza y Lee Chun Soo

"Acaba la temporada y en la siguiente empiezas de cero. Nada has hecho, puntos cero y todos los partidos por delante". La reflexión corresponde a Raynald Denoueix una semana antes de dilucidar si finalmente la Real Sociedad podía convertirse en campeón de la Liga. No lo fue, aunque estuvo a punto de conseguirlo. En cualquier caso, se graduó con altísima nota e incluso le discutió al Madrid de las galaxias el título de equipo que mejor juega al fútbol. Para muchos lo fue, por su velocidad, por su frescura, por su capacidad para medir los tiempos de los partidos, por su fortaleza defensiva, por su implacable remate, por su estrategia en el juego...

El éxito se ha basado en la sincronización de los responsables del conjunto

Todos los caminos conducían a Denoueix, un entrenador de "perfil bajo y rendimiento alto", según lo definió el propio presidente, José Luis Astiazaran. Frente a la elegancia técnica del Madrid, la Real propuso la velocidad como arte suprema del fútbol gracias a la irrupción de un futbolista singular, el turco Nihat, un sputnik anchote, con un tren de aterrizaje bajo, fuertes jambas, chaparrete y potente que dejó helados a cientos de defensas.

Pues bien, con mejor o peor fortuna, la Real de esta temporada será la misma, con el toque oriental que supone la adquisición del surcoreano Lee Chun Soo, un futbolista más interesante que mediático que viene a sustituir al ruso Khokhlov, un jugador con tan alta calidad técnica como gélido en su actitud.

La Real no sólo implantó el curso pasado una forma de jugar fiel al catón de la escuela nantesa, la principal de Francia. Además, diseñó una estructura deportiva que funciona como un reloj. Si Denoueix se convirtió en el entrenador de moda del fútbol español, Roberto Olabe se erigió en uno de los modelos de director deportivo de club, a juicio de sus compañeros. En el fondo, el éxito estructural de la Real se ha basado en la absoluta sincronización de sus responsables, gente que no sólo comparte la misma adicción al fútbol, sino que se parece humanamente (Olabe, Denoueix, Zamora, Masach...), un bloque sin fisuras.

Una de sus máximas se resume en contratar lo que hace falta partiendo de la base de la cantera de Zubieta. Más que la edad importa la experiencia; más que el origen, la capacidad de adaptación; más que su resolución personal, su aportación al grupo.

Por eso la Real ha renovado a sus suplentes. Se ha deshecho de Tayfun, Khokhlov y Pikabea y ha contratado a Alkiza y Lee Chun Soo, manteniendo a Kvarme, inicialmente defenestrado, y dando entrada a jóvenes productos de la cantera que buscan un puesto en la plantilla.

La Real afronta por primera vez en muchos años tres competiciones: Liga, Copa del Rey y Liga de Campeones, un calendario que exige futbolistas de refresco con la calidad o las ganas suficientes para aceptar cualquier reto. Alkiza, que ha dejado el Athletic para retornar a su equipo original, ofrece una posibilidad más en el centro del campo, que hasta ahora ocupan Xabi Alonso y Aranburu. Su experiencia se hará notar.

Lee Chun Soo devuelve a la Real a los años en que se caracterizó por la agudeza de sus fichajes -luego, truncada con algunos errores sonados-.

No es una cuestión mediática, aunque sea el primer surcoreano que milita en el fútbol español. El auge del fútbol en Asia no ha movido a Olabe en su fichaje, que se ha fijado principalmente en que se trata de un futbolista-sputnik que se convertirá en el relevo natural de Nihat. Es el nuevo factor sorpresa en un equipo al que le gustaría caer en la última rutina, en la monotonía del éxito, partiendo de cero cada año.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de agosto de 2003