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Reportaje:VALENCIA

Contra los malos augurios

La entidad se enfrenta a un sinfín de problemas para mantener el nivel exhibido recientemente

Los augures, muy severos, coincidían al principio del verano. Pronosticaban una temporada calamitosa para el Valencia, que acumuló una larga lista de precedentes negativos: las pésimas relaciones entre la hinchada y la directiva, la falta de sintonía entre el director deportivo (Jesús García Pitarch) y el entrenador (Rafa Benítez), las tensiones entre los jugadores y el técnico, la irrefrenable crisis económica... Todo apuntaba al final de una época dorada tras cinco años en el primer plano internacional y con un aspecto envidiable.

La crisis es tan grave que se ha despedido a gran parte de los acomodadores

Bastaron, sin embargo, unos cuantos partidos de la pretemporada, dos rivales de lujo -Liverpool y Madrid-, para que el estado de ánimo cambiase. Los modestos pero prometedores fichajes de Oliveira y Jorge López hicieron frente al pesimismo. El veloz delantero brasileño, de 23 años, sugirió que, por fin, el Valencia iba a disponer de alguien en el ataque en la misma onda que Aimar. Fútbol de calidad al que se apuntó de inmediato Jorge López, centrocampista de clase que Mestalla ha acogido de buen grado. E incluso probará suerte el pequeño Xisco, delantero cedido el año pasado al Recreativo y que se ha ganado quedarse tras su sorprendente actuación estival en Anfield, donde se lesionó.

Más difícil de prever es la evolución del tercer fichaje, el uruguayo Canobbio, una notable técnica y un excelente disparo, pero un físico aparentemente discreto. Jorge López y Canobbio, en todo caso, refuerzan el centro del campo. Y suponen un descanso para Baraja y Aimar, los pilares creativos de los últimos años, que sumaron demasiados minutos el curso pasado. También implican un cambio en los dibujos de Benítez: ambos son interiores con tendencia a desplazarse al centro, lo que modifica la manera de actuar del Valencia en los últimos tiempos, con dos volantes muy abiertos. "Jorge López y Canobbio", dice su máximo valedor, García Pitarch, "aseguran unos ocho goles cada uno por temporada, lo que es imprescindible".

Tan necesario como el liderazgo de Albelda, el favorito para ser elegido capitán en detrimento de Cañizares en una votación entre sus compañeros. El paso del brazalete del portero al centrocampista tiene su miga, puesto que Cañizares es un hombre muy próximo al entrenador mientras que Albelda conecta mejor con el grueso de la plantilla. El gesto, además, es un guiño democrático de Benítez, que, en los dos años precedentes, había impuesto a Cañizares. Es como si el entrenador quisiera ganarse a un vestuario que se le fue de las manos el ejercicio pasado.

La monumental pitada que recibió el presidente, Jaime Ortí, el día de la presentación del equipo cabe contextualizarla. La hinchada, que le dio su apoyo accionarial a principos de verano para evitar el regreso de Paco Roig, se sintió engañada. Ortí prometió contratar a un crack y puso en los labios el caramelo de Eto'o. Pero después no pudo reunir los 12 millones que le exigió el Mallorca por la mitad de los derechos del camerunés; la otra seguiría siendo del Madrid. Otro de los reproches de la grada al dirigente es su falta de liderazgo: éste es un club en el que no se sabe si manda el presidente, el director general (Manuel Llorente) o el segundo máximo accionista (Bautista Soler). Éste, por cierto, irrumpió en las elecciones con el cartel de mecenas dispuesto a ficharlo todo, pero después se tapó al comprobar los precios del mercado.

El Valencia está sumido en un agujero económico tan hondo que ha despedido a gran parte de los acomodadores de Mestalla. Una situación que les cuesta reconocer a los seguidores. Sobre todo, porque recuerdan los enormes ingresos del club tras las ventas del Piojo López, Gerard, Farinós y Mendieta. Y los envidiables éxitos deportivos. La directiva achaca la crisis a los altísimos sueldos de los jugadores, si bien no se ha atrevido a negociarlos a la baja con ellos tal y como han hecho el Athletic y el Barça. No le ha quedado más remedio a García Pitarch que buscar jugadores buenos y baratos para aplacar la ira de Mestalla. O sea, Oliveira, por el que pagará al Santos tan sólo 500.000 euros; Canobbio, del Peñarol, que costó cuatro millones, y Jorge López, otros cuatro que recibirá el Villarreal.

En un rasgo de humildad, Benítez pidió perdón a la hinchada el día de la presentación. "Por los fallos que cometí y por los que cometeré", dijo. Y se refería en parte a sus enfrentamientos públicos con la directiva y con García Pitarch. Se pasaron el verano como el perro y el gato. Después, las aristas se suavizaron con el paso de la pretemporada. La hinchada y la plantilla se calmaron. La directiva respiró. Pero nadie se engaña: se trata de una calma tensa. Poco sólida si vienen mal dadas. El Valencia sólo eludirá el abismo si se abona a la victoria y vence así a los augures. Algo, por otra parte, que ya ha logrado en los últimos años.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de agosto de 2003