El Reino Unido registró 907 muertes más de lo habitual en sólo una semana del mes de agosto, en la que se superaron los 38 grados, una de las temperaturas más altas de su historia, informó ayer la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS, en sus siglas en inglés). Ese organismo explicó que desde el 8 al 15 de agosto hubo en el país un total de 10.132 muertes, 907 más que la media de semanas parecidas durante los últimos cinco años.
Durante esa semana, en concreto el día 10 de agosto, el Reino Unido alcanzó la temperatura más alta de su historia, 38,1 grados centígrados, en el condado de Kent, al este de Londres, y 37,9 en Londres. Hasta entonces, el récord de calor del país estaba en los 37,1 grados, registrados el 3 de agosto de 1990 en Cheltenham, en Gloucestershire (sur de Inglaterra).
Sin embargo, la ONS advirtió de que no se sacaran conclusiones precipitadas, ya que no necesariamente todas las muertes guardan relación con el aumento de las temperaturas. Diversas causas naturales pueden hacer que el número de muertes en el país, de una a otra semana, varíe hasta en 500 personas, por lo que ese aumento no se debe atribuir exclusivamente al calor.
El Reino Unido no ha llegado al nivel de Francia, donde las últimas estimaciones elevan a más de 10.000 la cifra de víctimas a causa de la fuerte ola de calor.
El Ministerio británico de Sanidad informó de que en un principio no recogieron datos sobre muertes relacionadas con el calor, pues, aunque sabían que la cantidad de trabajo en algunos centros de salud había aumentado, no percibían una sobrecarga excesiva. "No sabemos de ningún centro que no haya podido hacer frente al nivel de la demanda", afirmó un portavoz de la Seguridad Social británica.
En los días previos a la ola de calor, tanto el Ministerio de Sanidad como la Seguridad Social dieron algunos consejos a los británicos -poco acostumbrados a esas temperaturas- para que afrontasen de forma efectiva lo que se les avecinaba.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de agosto de 2003