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Reportaje:

El fichaje de nunca acabar

Aplazada la contratación de Ibagaza por el Atlético, tras pasar incluso el examen médico, porque su primer club, el Lanús, pide 30.000 euros

Tras haber pasado ayer incluso el reconocimiento médico, Ariel Miguel Santiago Ibagaza estaba anoche todavía a 30.000 euros de ser futbolista del Atlético. Ése es el dinero que el Lanús, su primer club en su Argentina natal, exige al Mallorca por derechos de formación. A su vez, el equipo balear ha pedido al madrileño que sea el que lo pague. Fuentes de mando en el club rojiblanco, han confirmado que el Atlético está dispuesto, dijo, a asumir "esa cantidad", pero aún no lo había hecho. Un caso similar al que dilató las negociaciones entre el Deportivo y el Bayern para el traspaso de Makaay, que, al final, se avino a descontarse de su sueldo, a plazos, los 850.000 euros que reclamaba el Vitesse, holandés.

Ibagaza (Buenos Aires, 1976) siempre andaba con la cabeza gacha cuando llegó hace cinco años a España. "Sí, no, no sé...". Ésas eran sus escuetas respuestas a cualquier pregunta. El público mallorquín no le apreciaba. La directiva, tampoco. Le querían echar. Él, tímido, añoraba las fiestas semanales en torno a una barbacoa que celebraba cada semana en el Lanús. "Nadie se fija en mí", decía entonces. "Nadie cree en mis posibilidades", insistía.

Corría el año 2000 cuando confesaba estos pesares y faltaba poco para que desembarcara en la isla Luis Aragonés, el entrenador que le situó más cerca del área rival, en la zona en la que realmente hace daño. En enero de 2001 ya era el máximo goleador del equipo y esa temporada marcó diez tantos. Más de un directivo lleva su foto metida en la cartera desde entonces. Entre ellos, cómo no, los del Atlético.

"Estoy agradecido al Mallorca por estos cinco años maravillosos", comentó el pasado miércoles, tras disputar en la Supercopa española su último partido con su camiseta. Y es que, tres años después de su eclosión, Ibagaza se considera ya del Atlético a pesar de las interminables negociaciones. El club del Manzanares ya intentó el curso pasado, pero Paulo Futre, entonces su director deportivo, no consiguió llegar a un acuerdo. "Ibagaza llegará el 30 de agosto", pronosticó hace un mes Gregorio Manzano, el nuevo técnico rojiblanco. Y demostró ciertas dotes de profeta. Entre hoy y mañana, si se soluciona como parece el problema con Lanús, Ibagaza firmará su compromiso por las cuatro próximas temporadas.

"Es el más listo y el más rápido para ver el último pase", asegura de él Álvaro Novo, su compañero de reparto en el culebrón ficheril. "Es un jugador que inventa", corrobora Manzano.

Ibagaza es, en efecto, un futbolista diferente. Es capaz de ver un complejo dibujo tridimensional donde los demás sólo ven un mar de piernas. Extraordinario para dar el último pase, la velocidad de Torres debe ser una de las grandes beneficiadas.

Apodado El Caño desde sus tiempos en el Lanús por su pícara afición a colar la pelota entre las piernas de los adversarios, Ibagaza estuvo a punto de debutar con la selección argentina el pasado mayo. Convocado por Marcelo Bielsa, no pudo jugar, sin embargo, por unas inoportunas molestias. "Es el salto de calidad que necesitamos", díce de él, con la sonrisa del comprador orgulloso, un respondable del club.

Por el fichaje de Novo, hace una semana, Nagore y Stankovic se marcharon al Mallorca; por el de Ibagaza, el club isleño pretendía a Movilla o Colsa. El primero no quiso ni hablar del trueque. Colsa sí estuvo dispuesto. Y, tras la negociación, confirmó ayer su marcha como cedido por dos temporadas. A cambio, el Atlético le ampliará su contrato por tres más.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de agosto de 2003