Una keniana de 20 años se cortó el clítoris para reconciliarse con sus suegros, que la despreciaban porque no se le había practicado la ablación ritual. Según la prensa keniana, Monica Kaari, madre de un niño de 19 meses, había sido expulsada de casa durante el embarazo por los padres de su marido.
El hecho sucedió en la aldea Kioto Kia Kithambi, a unos 200 kilómetros al noreste de la capital, Nairobi. Según el responsable de la policía del distrito, la mutilación genital está aumentando, por la creencia de que así se protege a las jóvenes de enfermedades como el sida. El policía reveló que hace diez días otra joven de 19 años sufrió la mutilación, y aún no se ha conseguido capturar a las dos mujeres que la practicaron.
Monica Kaari, antes de hacerse ella la ablación, era constantemente acosada por sus suegros, que según ella se imponían al marido. Era tildada de mukenye (en lengua kimeru, equivale a un ser inútil, una especie de lepra social), por no haberse sometido al rito.
La mutilación genital se practica en numerosos países africanos, pese a estar prohibida por la ley. Sus defensores aducen que es un rito de paso femenino de la niñez a la madurez. Las asociaciones de mujeres que quieren erradicarla proponen dotar de vías de ingreso alternativas a las cirujanas rituales, para que abandonen la práctica.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 30 de agosto de 2003