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CARTAS AL DIRECTOR

Irak hoy

Vilassar de Mar, Barcelona

Tras cuatro meses de postguerra lo único que está diáfanamente claro respecto a la posición de las fuerzas que permanecen en territorio de Irak es el rechazo que generan en la mayoría de la población iraquí; en otras palabras y al margen del discurso de políticos y militares de la llamada coalición, estas fuerzas son consideradas como ocupantes.

Es prácticamente imposible que ciudadanos que han visto empeorar su situación económica y social respecto a la pobreza a que estaban obligados a vivir por la dictadura anterior, acojan como liberadores a unas fuerzas que, con el ataque a su territorio, están contribuyendo a este empeoramiento.

Evidentemente Irak no es Vietnam, pero recordemos que, antes de que el conflicto vietnamita adquiriese la forma de lucha abierta que todos conocemos, el hostigamiento que las fuerzas estadounidenses sufrieron en las calles de Saigón, Hué y otras ciudades de Vietnam del Sur se asemeja al que hoy las fuerzas de la coalición están sufriendo en Basora, Bagdad y Kirkuk. Y, como hoy los iraquíes, también los vietnamitas se vieron forzados a una creciente pobreza causada por el corrupto gobierno vietnamita impuesto y sustentado por la potencia estadounidense.

A no ser que rápidamente mejore la situación económica y social del pueblo iraquí este acoso sangriento continuará, aunque sea calificado como terrorismo por el Pentágono. La miseria nunca engendra paz y conformismo, sobre todo para quien nada tiene que perder. La coalición tuvo que haber considerado este aspecto antes de lanzarse a esta aventura en Irak.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de agosto de 2003