Con la intensidad de una pachanga, sin la música de la Liga de Campeones sonando por ñla megafonía y con un equipo desconcertado por los cambios, el Celta perdió los primeros dos puntos de la temporada ante un Murcia en obras, renovado hasta la médula tras el ascenso, pero con mayor aprecio por los primeros puntos de la Liga del que se pudo distinguir en los de Vigo. Hasta bien entrado el partido, el escenario no impedía a los de casa viajar con la renta de un gol, pero tanta pereza acabó por darle el primer disgusto del curso, algo que la afición de Balaídos, deseosa de darle gusto al paladar en la tan celebrada Champions, no acabó de gustarle.
El Murcia, nuevo en la categoría, comprendió mejor que el grupo de Lotina la relevancia del primer paso liguero, que para los de Balaídos se tornó en tropiezo. Fue el de ayer un Celta apático, casi holgazán, que se creyó muy superior cuando a la media hora se vio por delante en el marcador sin necesidad remangarse. Logró coger ventaja gracias a una falta que, sacada por Sylvinho, evidenció los desajustes defensivos que todavía asoman en el proyecto de Peiró. El balón, mal protegido por el Murcia, se paseó de esquina a esquina del área pequeña, sin que nadie lo alejara de allí. Así las cosas, Milosevic, que para eso está, lo cazó con la cabeza y puso por delante al conjunto vigués.
CELTA 1 - MURCIA 1
Celta: Cavallero; Velasco, Cáceres, Contreras, Sylvinho; Luccin, José Ignacio (Jandro, m. 78); Edu, Mostovoi, Jesuli (Vagner, m. 65); y Milosevic (Catanha, m. 65).
Murcia: Sánchez Broto; Juanma, Pedro Largo, Cuadrado, Roteta; Acciari, Maciel; Roberto Fresnedoso (Diego Quintana, m. 67), Míchel (Loeschbor, m. 88), Luis García; y Richi (Fredi, m. 67).
Árbitro: Turienzo Álvarez. Mostró tarjetas amarillas a Cuadrado y Roteta.
Goles: 1-0. M. 30. Falta que saca Sylvinho con mucha rosca, Contreras desvía con la cabeza y remata Milosevic.
1-1. M. 73. Penalti de Contreras sobre Maciel que convierte Luis García.
Unos 15.000 espectadores en Balaídos.
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Pero el Murcia, quizá por aquello de que a la fuerza ahorcan, pasó de los avisos a los hechos cuando, con poco más de un cuarto de hora por delante, y al rato de enviar un balón al poste, convirtió un innecesario penalti de Contreras sobre Maciel. Era aquel un premio justo para el conjunto de Peiró, que se tomó el envite muy en serio.
En un doble cambio más relacionado con cuestiones de ímpetu que de estrategia, Vagner y Catanha acababan de bajar el nivel técnico del equipo, lo que complicó el intento de restablecer el orden.
Para recuperarlo, tiró Lotina de Jandro, y vivió el Celta los únicos minutos de coherencia de toda la noche. Pero no había tiempo para enmendar tanta indolencia, una especie de ceguera provocada por el ingreso en una Liga de Campeones siempre deslumbrante.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de septiembre de 2003