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OPINIÓN DEL LECTOR

El Planetario, Marte y las farolas

Hace mucho tiempo que el Planetario de Madrid no quiere saber nada de astronomía. Con el artículo publicado en este suplemento el pasado día 30, firmado por Elena Jiménez y titulado El Planetario de Madrid se olvidó de Marte, pone el dedo en la llaga y nos da pie para ampliar algunas cosas y cuestionar la dirección del Planetario. También ignoró el tránsito de Mercurio por el disco del Sol el 7 de mayo pasado, se limitó a ponerlo en directo en su página web. Cualquier aficionado que quiso ver el tránsito de Mercurio, en su ordenador, se conectaría con cualquier observatorio de Canarias o de Italia o de Grecia, que tenían mejor posición que nosotros.

El argumento que dieron fue que como era día de trabajo los aficionados tenían que trabajar. Somos muchos los que estamos jubilados y disponemos de nuestro tiempo. Claro, que como estuvo nublado no pudimos ver nada desde Madrid. Yo estuve instalado en la Biblioteca María Moliner de Villaverde, pero no pudimos ver nada a causa de las nubes.

Es notorio que el Ayuntamiento de Madrid no sabe poner farolas. Cuando se inauguró el Planetario, en 1986, no había farolas en la entrada, sólo unos globos a ras de suelo, muy malos por cierto. Luego pusieron las farolas supositorios que quitaron de la Puerta del Sol, y después lo han llenado todo de faroles fernandinas. La dirección del Planetario podría haber recomendado otras luminarias. La iluminación exterior sale directamente al cielo, con lo que es el primer contaminador lumínico que nos ciega las estrellas. Según sales del Planetario en horario de invierno hay un foco que te pega en los ojos y te deslumbra. Pero el colmo de la estupidez son tres focos puestos en el suelo que iluminan tres supuestas banderas que sólo se ponen cuando hay algún acontecimiento político institucional. Las banderas no están puestas, pero los focos se encienden todas las noches de horario de invierno.

Por todo ello ponemos en cuestión la profesionalidad de los responsables del Planetario de Madrid. El madrileño medio de hoy sabe menos de astronomía que los pastores de la trashumancia de hace 50 años. Nunca hubo tantos medios para estudiar astronomía, planetarios, planisferios, programas de ordenador, libros, revistas. Pero nunca fue más difícil observar las estrellas desde las ciudades. Está creciendo la primera generación de analfabetos totales en astronomía.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de septiembre de 2003