El acuerdo sobre el acceso de los países pobres a medicamentos genéricos alcanzado el sábado por la Organización Mundial del Comercio (OMC) no agrada a las ONG. Creen que favorece a las grandes multinacionales farmacéuticas y que facilitará la desaparición de las empresas que producen genéricos (medicamentos con el mismo principio activo pero más baratos que los fármacos patentados). En diciembre de 2001 en Doha (Qatar) se aprobó que los países que declarasen una emergencia sanitarias (por ejemplo, ante el sida) pudiesen producir genéricos para paliar enfermedades infecciosas. Quedó en el aire la exportación a los países que no tuviesen la capacidad tecnológica de fabricar. Pese a que no hubo acuerdo, algunos países como Brasil e India vendieron estos medicamentos sin patente a países afectados por el sida. Este hecho desencadenó el conflicto que el pasado sábado la OMC trató de cerrar.
El coordinador de Investigaciones de Intermon-Oxfam, Gonzalo Fanjul, interpreta que Estados Unidos y la UE han sucumbido a las fuertes presiones de las farmacéuticas que veían en la exportación incontrolada de genéricos una sangría para sus ingresos. Las presiones realizadas por este sector han tenido sus frutos en el acuerdo del sábado, recordó Fanjul.
Nora Uranga, de Médicos Sin Fronteras, sostiene que el pacto, aunque a simple vista pueda parecer que es positivo, esconde graves problemas para los países pobres. "Es un paso atrás", precisa Fanjul.
En Doha se llegó al acuerdo de que no habría inconvenientes para que los países más pobres tuviesen acceso a los genéricos. Pero el nuevo acuerdo, según Fanjul, complica la solicitud de estos medicamentos. Es necesario que los países que declaren una emergencia sanitaria por los graves problemas que puedan tener con enfermedades como el sida soliciten una licencia obligatoria (permiso para eludir temporalmente las patentes). El país ha de demostrar su incapacidad para fabricar los genéricos y, según explica Uranga, la OMS es la encargada de aprobar esa solicitud. Una vez aceptada esta petición, es necesaria una segunda licencia obligatoria. Esta segunda licencia, que es el punto más criticado por las ONG, la ha de conceder el Gobierno del país exportador de genéricos y añadirá nuevas trabas y retrasos en las tramitaciones
. Brasil e India son dos de los principales fabricantes.
"Con esta licencia EE UU, principalmente, puede hacer una fuerte presión a los gobiernos de estos países amenazándoles con la retirada de ayudas al desarrollo, por ejemplo", dice Fanjul, quien teme que algunos gobiernos cedan ante estas presiones para no verse perjudicados. A la larga, si los países exportadores no conceden estas licencias obligatorias los fabricantes de genéricos tenderán a desaparecer, lamenta Fanjul. "Si no venden, no fabricarán". Éste es uno de los aspectos que más inquieta a las ONG. "Con este acuerdo, EE UU y las multinacionales pueden conseguir su objetivo principal: la eliminación de los fabricantes de genéricos", denuncia Fanjul. Un ejemplo de la presión de EE UU es la realizada sobre Camboya a quien, para entrar en la OMC, ha obligado a adelantar del 2016 a 2007 la incorporación a su normativa nacional de la legislación sobre patentes.
El documento aprobado es de gran complejidad y deja en el aire algunos aspectos. En principio, la exportación de genéricos no debe ser un "instrumento para perseguir objetivos industriales o comerciales". En caso de que los fabricantes de genéricos quieran obtener grandes beneficios con la exportación existe la posibilidad de que EE UU o cualquier otro país denuncie ante algún tribunal de la OMS la vulneración del principio de buena fe.
Ningún país de la UE, EE UU, Autralia, Nueva Zelanda, Suiza, Noruega, Japón ni Canadá tendrá derecho a la importación. Los países que están a las puertas de entrar en la UE la podrán solicitar únicamente en caso de extrema emergencia y antes de su ingreso definitivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de septiembre de 2003