Pienso que si la sociedad y, sobre todo, las nuevas generaciones siguen teniendo esta progresión descendente, dentro de no muchos años vamos a tener un grave problema. El sistema está consiguiendo anular mentalmente a esos cerebros que posiblemente estén en el momento más importante para su desarrollo intelectual. Que un chico de 15 años se conozca la vida de Pocholo, Dinio, etcétera, y que ni siquiera le suene la palabra Hitler, por poner un ejemplo, es algo que me da verdadera pena. Pero, sobre todo, lo que me da es mucho miedo. ¿Ocurrirá, quizá, como con la mayoría de nuestros padres y abuelos, con quienes la conversación más frecuente suele ser sobre el "maravilloso" mundo taurino, o de fútbol? Por supuesto, no les culpo de ello. Creo que vuelven los tiempos oscuros. Estamos llegando a unos niveles de manipulación mediática que supera a todas las anteriores. Porque ésta siempre la ha habido. La diferencia es que antes beneficiaba siempre al mismo tirano y ahora se la reparten entre varios bandos enfrentados, y lo hacen delante de nuestras narices. Y todo esto queda impune, sin que hagamos absolutamente nada. Mientras que a nuestro móvil no se le estropee la cámara o que a nuestro tunning no le reviente un altavoz y, sobre todo, que nuestro equipo del nuevo opio del pueblo gane, no pasa nada.
La sociedad se está insensibilizando, en buena parte, gracias a la televisión y a la encarnizada guerra de audiencias entre canales. Por conseguirla son capaces de desmembrar en directo a una persona o televisar una ejecución. Iría más allá: están convirtiendo la violencia en un placer.
Estoy en contra de toda clase de censura, sobre todo de la política y la moral. Este bombardeo televisivo, unido al ya mencionado aplanamiento cerebral, está creando un ambiente de violencia, intolerancia, racismo y xenofobia que realmente a mí me aterroriza. Mientras, los poderosos se frotan las manos al ver que esa valla electrificada en la frontera es lo justamente alta como para que sólo la traspasen los más desesperados en busca de un mísero salario que les dé las necesidades básicas del ser humano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de septiembre de 2003