Tras un polémico debate y las amenazas de los sindicatos, el Gobierno italiano ha optado por una "línea blanda" para reformar el sistema de pensiones, que como principal medida prevé la aplicación de incentivos para quien retrase la jubilación. La filosofía de la reforma coincide con la defendida por la Liga Norte del ministro de Trabajo, Roberto Maroni, que, de no mediar nuevos cambios, se apuntaría una victoria en su batalla contra una revisión en profundidad del sistema.
El punto de partida de la reforma es la incentivación de la permanencia en el trabajo tras cumplir 57 años, edad reglamentaria para la jubilación anticipada, con 35 años de contribución. A los empleados que alarguen su vida laboral se les "premiará" con un aumento bruto de su salario de cerca del 30%, al liberarles del pago de casi todos los impuestos y Seguridad Social.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de septiembre de 2003