En su primera y celebrada novela, Un mundo exasperado, el escritor castellano José Ángel González Sainz (Soria, 1956) había demostrado, como lo había hecho la novela centroeuropea en el primer cuarto del siglo XX, su idoneidad para tensar todas las contradicciones de la contemporaneidad. En ese proceso el estilo, la forma y la desilusión del individuo enfrentado al mundo encuentran en la novela su vehículo de expresión más exigente, a la vez que su lugar crucial para debatir el naufragio del espíritu y ese eterno desencuentro entre la esperanza y la inmediatez. En aquella novela, González Sainz cargaba sobre las espaldas de su héroe los rasgos del que tiene que apechugar con su lucidez. Era su cara y su cruz. Enfrentado ese héroe a la banalidad y la sinrazón de su tiempo, su victoria final no podía ser otra que la alta literatura que su inagotable ironía permitía. Ahora estamos ante la segunda novela de González Sainz, Volver al mundo. Una novela muy distinta a la anterior, en su filosofía compositiva y en el propósito de su discurso. En su apariencia, el nuevo libro del escritor soriano podría interpretarse como un relato generacional, el relato de las expectativas políticas y éticas defraudadas. Es verdad que su núcleo argumental se sostiene sobre esta variante, pero su desarrollo estilístico y su estructura narrativa apuntan a un horizonte más vasto, rico y problemático. El marco espacial donde se vuelca toda la novela es un valle. Hasta allí llega un día una mujer en busca de información. Se llama Bertha, es de Viena y necesita conocer zonas desconocidas de la vida de Miguel, el hombre que amó toda su vida y que ahora acaba de ser enterrado en el valle. Su muerte es un enigma que debe resolver la justicia, pero además es un asunto en el que están comprometidas más personas, amigos de infancia, después correligionarios en metas políticas alocadas y suicidas. Bertha recaba información que le sirva para conocer al hombre que amó. Por eso es tan importante lo que escuche. Volver al mundo es una novela cifrada en secretos familiares, en traiciones imperdonables y en sentimientos atávicos. Con esta materia, donde lo que el lector irá sabiendo no es nada al lado de todo lo que ignoran los actores de esta historia, el autor arma una poderosa novela de voces, de relatos y puntos de vista indirectos. Todo ello nos dará siempre una imagen fragmentaria, huidiza, imprecisa, de Miguel, su héroe invisible. Y justamente aquí estriba la gran dignidad literaria de esta novela, no conocer nunca con exactitud el alcance ético del héroe, ni la magnitud de su fracaso o su felicidad. Sabemos que amó y fue amado, que se forjó ideales y creyó en personas. Recorrió el mundo para al final volver al suyo, el de las palabras, los gestos y silencios antiguos. La novela termina con la exhortación a volver a contarlo todo de nuevo. A lo mejor, en esas historias nuevamente relatadas, lo que pasó y toda su tristeza final se vuelve algo menos irremediable.
VOLVER AL MUNDO
José Ángel González Sainz
Anagrama. Barcelona, 2003
640 páginas. 24,50 euros
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de septiembre de 2003