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Reportaje:

La Juana de Arco colombiana

En manos de la guerrilla desde hace 18 meses, el caso de Ingrid Betancourt es clave para liberar a otros rehenes de las FARC

Con una chaqueta militar, el rostro marcado por las huellas de año y medio en cautiverio, la ex candidata presidencial colombiana Ingrid Betancourt apareció hace una semana en un informativo de televisión, en un vídeo grabado en la selva y entregado por sus captores. El país vio la imagen de una mujer valiente, decidida, coherente, que dejaba en manos del presidente Álvaro Uribe Vélez la posibilidad de un rescate para volver a la libertad tras rodar por las cárceles de las Fuerzas Armadas Revolcuionarias de Colombia (FARC) como una más del grupo de rehenes con los que esta guerrilla piensa presionar para conseguir la libertad de sus hombres que se encuentran en prisión.

"Hace tiempo decidí dar mi vida por Colombia y por lo que pienso"

Desde hace años, 45 policías y militares y 30 civiles permanecen secuestrados en la selva

Cuando se disipó la euforia de saberla viva, tras 12 largos meses de silencio en los que, incluso, se especuló con su grave estado de salud, las cosas empezaron a cambiar y surgieron los interrogantes . ¿Por qué la guerrilla más poderosa del país, que no da puntada sin dedal , entregó el vídeo con un mensaje aparentemente en contra de sus intereses? Una semana después las cosas están más claras.

La aparente propuesta de rescate por la fuerza quedó desdibujada con una aclaración de la líder a la que no se concedió mayor atención: "Rescate sí, pero con éxito". El que sí parece ser el auténtico mensaje al presidente es un canje entre militares y guerrilleros: "El canje es una obligación moral de un estado democrático", dijo Ingrid en tono pausado y acariciando el rosario que lleva atado en su muñeca izquierda, mientras al fondo se veía una tela de flores rosadas y se escuchaba el canto de los gallos.

Una vez realizado este intercambio de uniformados, las FARC, en un gesto de "buena voluntad", entregarían a sus rehenes políticos. Se especula ahora que Ingrid podría quedar libre en los próximos días para convertirse en la promotora de este acuerdo humanitario.

El canje podría desempantanar el dilema que tiene en la selva, y en el olvido, a 45 policías y militares y a más de 30 civiles. Algunos llevan más de siete años caminando encadenados cada vez que los trasladan de un campamento a otro y tratando de matar el tiempo y la angustia con lectura, ejercicio y oración. El cabo Robinson Salcedo vive este suplicio desde hace cinco años. Fue uno de los protagonistas de un reciente reportaje en el que aparece Jorge Briceño, el Mono Jojoy -comandante militar de la guerrilla-, arrogante, sentado frente a un grupo de sus secuestrados. "Prepárense porque esto va para largo", les advirtió y les recordó también que en caso de un rescate podrían ser ajusticiados.

Salcedo, completamente barbado, desafió al comandante guerrillero de papada y abdomen prominente: "Si he cometido un delito, júzgueme y yo veré si la condena la puedo cumplir o tomaré mis medidas porque ustedes nos están sentenciando a permanecer aquí en la selva".

Para Carlos Lozano, director del semanario Voz, del Partido Comunista, el reportaje y los vídeos para probar que los rehenes están vivos forman parte de una ofensiva de las FARC para colocar en primer plano la discusión política del conflicto. A esto añade los preparativos para un encuentro FARC-ONU, posiblemente en Brasil, y una próxima reunión con la Iglesia para hablar del acuerdo humanitario. Las dos reuniones tienen el aval del Gobierno. "Estos hechos juntos abren nuevas luces y pueden ayudar a restablecer la confianza perdida entre Gobierno y guerrilla", dice el dirigente comunista.

Ingrid, doctorada en ciencia política, siempre ha mostrado su carácter de mujer valiente. "Hace tiempo decidí dar mi vida por Colombia y por lo que pienso", dijo en una entrevista como candidata presidencial en las elecciones que ganó Álvaro Uribe. Casada en primeras nupcias con un diplomático francés -con él tiene dos hijos-, esta mujer de 41 años, educada en Europa, ha hecho su carrera política con un franco discurso anticorrupción. Llegó al Congreso por primera vez en 1994, con una votación récord. No le tembló la voz a la hora de acusar a compañeros congresistas de ser amigos de narcotraficantes; fue la más crítica con el Gobierno del ex presidente Ernesto Samper, señalado por haber llegado a la presidencia con dineros de la droga.

En Francia -es también ciudadana francesa-, los medios la calificaron de la nueva Juana de Arco cuando lanzó su libro Con rabia en el corazón, todo un éxito en ventas. "En Colombia todos sentimos rabia de la mentira, de la sinvergüencería. Es una rabia que nace del amor al país, es una fuerza constructiva. Todo menos miedo", repitió muchas veces al explicar el título del libro.

Para ella, el origen de los males de Colombia está "en la red de intereses que controla el país para preservar los privilegios de unas familias". Es partidaria de revocar el Congreso, de reformar las reglas de juego para hacer política, de crear un escenario social y económico en el cual los colombianos tengan igualdad de oportunidades... Su discurso, sin embargo, ha sido oscurecido por la imagen que promocionan los medios: la de una mujer con el ego muy elevado y que gusta de llamar la atención con sus acciones y acusaciones temerarias: huelga de hambre, campañas repartiendo en la calle condones... Incluso el secuestro fue visto por algunos como resultado de una imprudencia. A pesar de las advertencias sobre el peligro de viajar por una carretera controlada por las FARC -una guerrilla en ese momento ansiosa por aumentar la calidad y cantidad de sus rehenes políticos-, ella asumió el riesgo y trató de cumplir su promesa de apoyar a la población de San Vicente del Caguán -escenario de las negociaciones de paz del anterior Gobierno con la guerrilla- , que quedó desamparada cuando fracasaron las conversaciones el 20 febrero del año pasado. Tres días después Ingrid Betancourt cayó en manos de una patrulla de las FARC, junto a Clara Rojas, su candidata a la vicepresidencia.

En estos largos 18 meses de cautiverio, su madre, Yolanda Pulecio, y su esposo, Juan Carlos Lecompte, han tratado de mantener vivo su proyecto político, el partido Oxígeno Verde. La madre tiene una esperanza grande de que pronto se dé el acuerdo humanitario. "El vídeo de mi hija me llegó al alma, quedé emocionada de verla viva, fuerte, con su mensaje lleno de coraje". Parte de la fuerza que ha permitido soportar estos meses de angustia la ha recibido de la solidaridad internacional. "El mundo entero ha reaccionado", dice.

Juan Carlos, el esposo, es más escéptico: no ve, durante este Gobierno, opción de reencuentro y se prepara para una larga espera. Entretanto, los dos, madre y marido, cumplirán la cita que les puso Ingrid desde el cautiverio: encontrarse todos los sábados al mediodía rezando el rosario.

[Por otra parte, al menos 16 guerrilleros de las FARC murieron ayer en combates producidos en el municipio de Chita, Boyacá (centro), señaló un portavoz militar, informa Efe. Fuentes oficiales afirmaron que, también ayer, seis paramilitares fueron abatidos en un enfrentamiento en la localidad de Sucre, Santander (oriente). Ya son 1.427 los guerrilleros y paramilitares muertos en lo que va de año.]

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de septiembre de 2003