Comienza a ser un hábito que los fines de semana los deportistas españoles inunden las portadas. Los éxitos se suceden en casi todas las disciplinas. Si descansa Fernando Alonso, los niños de las motos aceleran más que nadie: en Estoril, en 125cc, Pablo Nieto por fin subió a lo más alto del cajón y Héctor Barberá, un muchacho de 16 años, fue el segundo en una categoría que lidera Dani Pedrosa, un año mayor, con 38 puntos de ventaja sobre el italiano Stefano Perugini. En otro peldaño, en 250cc, Toni Elías, accidentado el sábado, puso a todos en fila pese a sus vómitos y mareos.
Con Nieto -hijo y padre- y el resto de los pilotos españoles aún regados en cava, en una jornada sin fútbol, la selección de baloncesto hizo pasar por el aro al actual campeón del mundo, Serbia y Montenegro. Otra vez con Gasol y Navarro a la cabeza, España, como ya ocurriera el sábado frente a Rusia, se mostró como un equipo sólido y chisposo. Cumplidas las tres primeras jornadas del Europeo de Suecia, la selección parece haber recuperado unas señas de identidad desterradas del baloncesto español desde que aquel soberbio equipo que acudió a Los Ángeles 84 desvelara de madrugada a toda la hinchada. Ahora, casi 20 años después, con los cimientos de la extraordinaria generación que se apuntó el Mundial júnior de 1999 en las mismas narices de los estadounidenses, el baloncesto español vuelve a tener tirón. Por mucho que los serbios no presenten al mejor bloque posible (faltan Divac, Bodiroga y otros) y que los rusos paguen desde hace años su vertebración política, también España podría apelar a dos ausencias tan significativas como las del nba Raúl Lopez y el gigantón Roberto Dueñas. Con todo, el conjunto español ha alcanzado los cuartos de final como un cohete. Los tiempos han cambiado y ayer fueron los serbios los que acabaron desquiciados y no sus enemigos como era costumbre en este deporte.
Por si faltaba algo para sellar la pujanza del deporte español, un valenciano de 23 años es desde el sábado el número uno del ránking mundial de tenis. Casi nada. La gesta de Juan Carlos Ferrero, con los únicos precedentes de Carlos Moyà, Arantxa Sánchez Vicario y Manuel Santana -éste fue primero en una clasificación oficiosa- , está ahí, aunque ayer perdiera la final del Open de Estados Unidos. Llegó a ella pocos meses después de haber ganado la de Roland Garros. Sólo Arantxa (1994), ha logrado dos grandes en un mismo curso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de septiembre de 2003