Hace apenas dos semanas estuve una mañana en Barcelona. Me quedé pensativo contemplando dos escenas que me llamaron poderosamente la atención: el primero, en la plaza de Espanya, donde a la sazón presentaban en la sede de la Fira la Semana de la Moda, con iniciativas como la pasarela Gaudí, que supuestamente nos llevan a la vanguardia de la moda en este siglo XXI.
La segunda escena sucedió relativamente cerca de la primera: en plenas Ramblas, donde vi pasear a varios extranjeros, y no solamente extranjeros, con el torso al descubierto; es decir, en camiseta de las de tirantes (todavía hacía calor ese día).
¿Qué es realmente lo que hará que la ciudad de Barcelona esté a la vanguardia en moda? ¿Que por una pasarela paseen sofisticadas modelos cada vez más famosas llevando vestidos cada vez más caros? ¿O que la gente que visite Barcelona, y los mismos barceloneses los primeros, den ejemplo de buen gusto al vestir y conviertan Las Ramblas, o el paseo de Gràcia, en un lugar agradable y elegante? Creo sinceramente que es labor de todos poner guapa a Barcelona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de septiembre de 2003