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Crítica:CANCIÓN | Ismael Serrano

Emocionante incertidumbre

La tostada no tiene porque caer siempre del lado de la mantequilla, como postula la Ley de Murphy. Nada está escrito; al menos, el futuro. Sobre ese principio de incertidumbre, formulado por un matemático en los años treinta, basa ahora su propuesta el cantautor madrileño Ismael Serrano. A ese futuro incierto, aun por "construir entre todos", dedica Serrano su concierto. Mantiene el cantautor que nada se puede predecir, y que el observador puede influir y alterar lo observado. Es una forma de pedirle al público que colabore con él a lo largo del recital, pues no en vano todo se estaba grabando para la edición de su primer disco en directo, que saldrá en noviembre con el previsible título, probablemente, de Principio de Incertidumbre.

Ismael Serrano

Ismael Serrano (voz y guitarra); Fredi Marugán (guitarra y dirección musical); Javier Bergia y Luis Dulzaidez (percusiones), Álvaro Peire y Jacob Sureda (teclados); Mario Carrión (batería); José Vera (bajo), Andreas Prittwitz y Bob Sands (saxos); Matthew Simon (trompeta) y Norman Hogues (trombón). Teatro Lope de Vega (Madrid), 8 de septiembre de 2003.

Serrano invoca todo el rato a ese futuro, que desea más respetuoso y mejor para todos, pero no deja de recurrir a la memoria. Lo hace sin nostalgias, sin creerse lo de cualquier tiempo pasado fue mejor y sí lo de saber dónde se viene, para no repetir los mismos errores. Es un poco demagogo y obvio -no a la guerra, madres de plaza de Mayo, Santiago de Chile, Bosnia, Irak, Vietnam...- pero que bendita esa actitud en tiempos tan banales, en los que solo prima el cantante guapetón de presencia multicatódica rodeado de hermosas hembras.

Emoción y convencimiento

Ismael Serrano es sobrio en el gesto y el canto, pero largo en las historias con las que introduce sus canciones. La magnífica banda que le acompaña le tapa a veces, y él recurre a salir sólo con su guitarra, en otro alarde más de hacer caso a la memoria, pues de tal guisa empezó hace unos años por los bares de Madrid. Y como le pidió al principio, el público ayuda al cantautor durante las tres horas en las que estuvo en faena. Lo limitado de su canto lo suple con la emoción y convencimiento que pone y su gente se desvive. Propone un futuro emocionante, donde es posible que "los cañones se oxiden", como dice en una de las escasas canciones nuevas que presentó.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de septiembre de 2003