Definitivamente, suscribo las opiniones expresadas por el amigo Narcís Comadira en su artículo titulado 'Odio l'estiu' (Quadern de EL PAÍS, del 4 de septiembre pasado). En efecto, no hay estación más repugnante, incómoda y hortera que ésta, en la que un país de servicios como el nuestro se queda precisamente sin servicios y el ciudadano queda reducido al papel de pollo a l'ast sin, como quería el poeta, "un plany pel seu dol".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 11 de septiembre de 2003