Quisiera agradecer al alcalde de Madrid -por eso le voté- que al fin nos quite el martirio de la M-30, ya que cuando hicieron los pisos donde vivo la autopista no existía como tal. Sólo pido que no se demore mucho para que podamos gozar en paz los pocos años que nos quedan. Yo ya tengo 70 y ansío el silencio y librarme de las molestas emisiones de humo de los coches, los ruidos y el calor de los motores. Esta situación es para volverse locos, y más siendo yo asmática.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 11 de septiembre de 2003