Leo que el alcalde de Madrid va a iniciar el mes que viene la demolición del paso elevado de Cuatro Caminos. Es una noticia que me impresiona porque ese puente es, en mi opinión, una obra maestra de ingeniería urbana. Fue el resultado de un concurso municipal hacia el año 1969, y el proyecto de la oficina de Carlos Fernández Casado resultó un acierto total. Se trata de un puente de tramo recto, continuo sobre las pilas intermedias, cuya sección transversal de altura suavemente variable engendra un sólido que es suma de geometría, limpieza de superficies y aristas, claro funcionamiento mecánico y -no podía ser de otro modo- belleza.
Otro sería el tema si ese puente debiera construirse ahora, pues, como en muchos pasos elevados, su tráfico deteriora la calidad de vida de las viviendas aledañas. Pero, 35 años después de su construcción, esos problemas acústicos y de intimidad violentada deben estar bien resueltos.
En Madrid se han desmontado, afortunadamente, pasos elevados del tipo scalextric, que eran poco más que armatostes provisionales. Pero, por favor, no confundan Cuatro Caminos con ellos. El paso elevado de Fernández Casado, Manterota y Fernández Troyano, que es un buen ejemplo de lo que cada vez más gente llama arte estructural, tiene, en mi modesta opinión, tanto derecho a sobrevivir como cualquier buen edificio de Madrid.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 11 de septiembre de 2003