Para entrar en Torroella de Montgrí desde Pals hay que hacerlo a través de un puente sobre el Ter que tiene una placa que recuerda que fue construido por 300 presos de guerra republicanos entre agosto y octubre de 1940. Hoy, 63 años después, aquel puente sigue siendo la única vía de entrada o de salida de Torroella y de L'Estartit hacia Pals y Palafrugell si no se quiere dar una vuelta de unos 20 kilómetros por Verges para volver, de hecho, por el mismo puente.
Durante las largas caravanas que he tenido que sufrir este último verano para cruzar dicho puente he tenido tiempo para reflexionar qué lejos está el Empordà de Dalí, García Lorca, Pla y Llach de la propaganda oficial de la Generalitat.
Una administración con un poco de cordura no puede gastarse ni medio euro en decir que Cataluña avanza y que progresamos hacia el futuro cuando todavía tenemos carreteras y puentes sin reformar desde hace 63 años como mínimo. Por no hablar de instalaciones turísticas con piscinas y duchas de agua salada, simplemente porque los acuíferos ya hace tiempo que se han secado de tanta sobreexplotación sin control.
De esta manera, Cataluña ni avanza, ni crece, ni forja un futuro deseable. Sólo hay que pasar una semana de vacaciones en cualquier lugar del Empordà para darse cuenta de que los iberos de Ullastret defendían mucho mejor el territorio hace 2.500 años que nuestras autoridades actuales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 13 de septiembre de 2003