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La UE pone a debate una nueva oleada globalizadora

Los debates más acalorados en Cancún son los relacionados con la agricultura, pero detrás de ese escenario continúa agazapada otra importante polémica, la nueva oleada de la globalización económica-financiera, los llamados "temas de Singapur", porque fueron planteados en esa ciudad en 1996. Se trata de cuatro capítulos, política de inversiones, competencia, transparencia en contratos públicos y medidas para facilitar el comercio, que no han formado parte nunca de las atribuciones de la OMC y que levantan ronchas en los países pobres y en vías de desarrollo. Por el momento, los "asuntos de Singapur" están parados. Pero todos saben que el tema entró en la agenda de Doha, que sigue ahí y que cualquier adelanto en el capítulo de agricultura haría saltar el candado de Singapur.

La inclusión de esa nueva oleada globalizadora en la OMC fue planteada por la UE y no por Estados Unidos, y en teoría sigue siendo la UE la que más presiona en los cuatro capítulos mientras que EE UU (fortalecido por su cada vez más poderosa política de acuerdos bilaterales) no parece tener tanto interés. El comisario europeo Pascal Lamy sostiene que es un "tema decisivo", mientras que los países en vías de desarrollo se niegan a darles prioridad y protestan por la "trampa" que, según ellos, contienen textos en apariencia sensatos.

Facilitar el comercio

La idea es que si la OMC obliga a "facilitar el comercio", los países pobres tendrán que dedicar parte de sus escasos recursos a mejorar, por ejemplo, instalaciones portuarias que a lo mejor no necesitan con urgencia; si la OMC exige respeto a la competencia, siempre serán las empresas poderosas las que podrán plantear sus demandas mientras que las de países pobres no tendrán medios ni capacidad para luchar contra ellas. Muchos países en vías de desarrollo no quieren oír hablar del compromiso de mantener condiciones estables y predecibles para inversiones transfronterizas a largo plazo porque atenta contra su soberanía y la posibilidad de que diferentes gobiernos realicen diferentes políticas.

Nada de lo que se negocia en Cancún es inocente o deja de tener repercusiones inmediatas sobre millones de personas. Hasta hace poco, los países menos desarrollados tenían dificultades para descubrir "la trampa". Ahora son mucho más conscientes de la importancia de una palabra, gracias, sobre todo, al trabajo de las ONG para ayudarles a preparar este tipo de reuniones. Oxfam, por ejemplo, se ha convertido en una especie de negociador en la sombra. Ayer, el ministro de Comercio de Camboya lo dijo claramente: "Sobre este asunto debo decir que mi posición es la misma que figura en el documento de Oxfam del que ustedes disponen".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 13 de septiembre de 2003