Un tribunal de Girona ha calificado de "inquisitoriales" los métodos utilizados por la Generalitat de Cataluña con menores tutelados por la Administración, como el hecho de programar en una sala cerrada y "fría" las visitas para que los padres puedan ver a sus hijos ingresados en centros. La Audiencia de Girona ha criticado duramente en un auto al Servicio de Atención a la Infancia porque incumplió un plan para que una madre pudiese visitar a su hija de seis años porque, según la sentencia, al educador de la menor le caía mal la progenitora. "La actitud que frente a las visitas adopta el educador", dice el auto, "es básicamente inquisitorial".
El caso se remonta a 1997, cuando la Generalitat declaró el desamparo de una menor y su ingreso en un centro porque, básicamente, la madre tenía problemas con el alcohol. Una sentencia judicial firme anterior estableció un régimen "amplio y generoso" de visitas de la madre a la niña con el fin de que la menor volviese con ella, a la vista de que ésta había superado su alcoholismo tras un tratamiento, había encontrado trabajo, vivienda y llevaba una vida normal.
En lugar de velar por este objetivo, según la resolución judicial, la Administración no permitió a la madre que viera a su hija más que tres veces durante dos periodos de casi tres años. A causa de un informe demoledor del educador, tras una de estas visitas, la Administración llegó a pedir la suspensión de los encuentros y entregó la niña a una familia en régimen de preacogida.
Animadversión
"Todo parecido entre lo establecido" para que la niña volviese con su madre y la práctica "brilla por su ausencia", indica la sentencia. La actuación de la Generalitat, añade, fue "doblemente desproporcionada". La crisis se originó porque el educador, en un informe calificado de "incoherente" y elaborado por la "animadversión" hacia la madre, dijo que ésta llegó media hora tarde a una de las visitas y presentaba signos de haber bebido, aunque reconoció que no olía a alcohol.
El tribunal señala que el educador no informó de que la niña preguntaba insistentemente por su madre y que el entendimiento entre ambas era muy bueno, mientras que sí hizo una evaluación negativa de la visita, descalificando a la madre y asegurando que la niña se sentía "atemorizada, desprotegida y confusa". El tribunal duda que en este y otros casos las visitas sean positivas porque se realizan en salas cerradas en lugar de espacios abiertos o patios.
El tribunal considera que la actitud del educador y de la Administración siempre ha sido de total "intransigencia" con el fin de no retornar a la niña con su madre, con argumentos "tendenciosos, desproporcionados". Los jueces ordenan que la madre biológica pueda ver cada vez más tiempo a la niña de forma gradual con el objetivo de que, a la larga, vuelvan a estar juntas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 13 de septiembre de 2003